jueves, 5 de octubre de 2017

LA ACTITUD DE JESÚS ANTE LAS COMIDAS

Ensayo escrito por: Iván Castro Aruzamen

El Reino de Dios fue el centro de la predicación de Jesús. Quizá en boca de un maestro judío como Jesús, podría haberse esperado que hablara de Dios o su propia persona y hasta poner cierto énfasis en la explicación de la ley. Pero no. Jesús anuncia el Reino de Dios (Mc 1, 15; Mt 12, 28; Lc 17, 20). Esta afirmación de la presencia del Reino Dios, queda claro, que está teniendo lugar en la persona de Jesús y su actuación. Esta actuación de Jesús muestra cómo Dios está presente de una manera nueva. No hay duda de que un elemento central de la predicación del reino por Jesús, es su actitud ante las comidas con las distintas personas y contextos en los que él está presente. Por esa razón, la imagen más cercana al reino es la de un banquete (Mt 8, 11-12; 22, 1-4; Lc 14, 15-24).
Jesús y las comidas es un tema recurrente en los escritos del NT. Pero, de una manera particular aparece en el evangelio de Lucas. Pues, Jesús come en contextos diversos y con comensales diferentes. Unas veces es invitado y otras anfitrión. Si bien, como dice Lévi-Strauss de que «el comer es el alma de toda cultura», pues esto conlleva una serie de normas que cumplen una función central en toda sociedad; por tanto, hoy deberíamos cuestionarnos qué¸ dónde y cómo comen los pobres. Y asimismo los ricos. Como aparece en el evangelio de Lucas, Jesús se sienta a comer con tres grupos claramente diferenciados: pecadores y publicanos, fariseos y sus discípulos.
Para Jesús, el hecho de comer con pecadores y publicanos, en primer lugar, provocó reacciones escandalizadas y extrañadas, porque esta actitud cuestionaba la pureza, norma que cohesionaba toda una cultura. En el banquete en casa de Leví (Lc 5, 27-35), la conversación gira en torno al problema de con quien se puede comer y cuando hay que ayunar y el lugar para hacerlo. Aquí, Lucas, resalta la importancia de la transgresión de la norma de parte de Jesús y la comunidad cristiana, que manifestaba su carácter inclusivo.
Lucas presenta tres escenas en la que Jesús entra a comer en casa de un fariseo (Lc 7, 36; 11, 37; 14, 1). En todas se desarrolla una conversación de sobremesa; Jesús se muestra polémico con su anfitrión y sus invitados. Aparece en esta sección uno de los textos más bellos del evangelio: Jesús y la pecadora, en el banquete en casa del fariseo Simón (7, 36-50). En este pasaje Jesús es visto como un maestro y profeta; pero, el momento en que se deja tocar por la mujer pecadora, rompe las normas de pureza que mantiene a flote las relaciones sociales. En la perícopa (Lc 11,  37-54) Jesús muestra el camino que lleva de la pureza ritual a la solidaridad social. Es decir, se da un paso fundamental de la preocupación por lo exterior hacia la moral.
En las comidas con sus discípulos, la enseñanza de Jesús, subvierte los valores establecidos de su sociedad por los del Reino. Aparece, sobre todo, como una invitación a seguir un estilo de vida, la vida del maestro. Este es el momento más importante, íntimo y difícil, de la enseñanza de Jesús. En la cena de despedida (Lc 22, 14-38), Jesús revela de manera expresa, que es la última vez que come y bebe con sus amigos antes de su muerte, al mismo tiempo remite al banquete escatológico: el Reino. Esta enseñanza de Jesús hacia sus discípulos es absolutamente radical: deben ser servidores a pesar de ocupar un lugar de honor. Finalmente, la comida en Emaús (Lc 24, 13-35); en este pasaje, Jesús toma el lugar del forastero, el extraño, pero, que es reconocido por sus discípulos a través de la acogida. De este modo, quien es reconocido pasa de ser un extraño a ser huésped, y por tanto, anfitrión.
La frecuencia con la que Jesús se acercaba a comer y beber, establece la novedad de que compartir la mesa y comer juntos es participar de la vida en todo su esplendor. Por eso las escenas en las que Jesús se muestra compartiendo las comidas trasluce la presencia de Dios, un Dios humano, que promete un futuro mejor para toda la humanidad. Estamos llamados a compartir la mesa, la comida, sea mucha o poca, con todos, pero sobre todo con los que menos tienen. En un mundo como el nuestro, donde el hambre de millones de personas es un flagelo, no podemos pasar por alto, la pregunta de qué, dónde y cómo comen los pobres. Dios está presente en la mesa compartida del pobre.


jueves, 10 de agosto de 2017

FIDELIDAD DEL SALESIANO COOPERADOR

En realidad este es un tema de formación muy importante para todos, puesto que seguimos el mismo objetivo.
1. PUNTO DE PARTIDA
Don Bosco, en su Estatuto para los Salesianos Cooperadores de 1876, escribe: “Nosotros los cristianos debemos unirnos en estos tiempos difíciles y promover el espíritu de oración y caridad, con todos los medios que nos da la religión, para remover, o al menos, mitigar, los males que ponen en peligro las buenas costumbres de la juventud,…“. En lugar de proponer la perfección cristiana en el ejercicio de la piedad, “…aquí se tiene como fin principal la caridad con el prójimo y especialmente con la juventud en peligro”Entre las maneras de cooperar, “la caridad con los muchachos en peligro”. Estas palabras son parte de nuestro pasado. El proyecto definitivo de Don Bosco lo tituló el Papa Pío IX de la siguiente manera: Cooperadores salesianos, o un medio práctico para favorecer las buenas costumbres y hacerse útil a la sociedad. Muchos años han pasado, muchos también los cooperadores que han crecido con estas palabras e ideas de Don Bosco; demasiados jóvenes en peligro aparecen hoy en nuestras ciudades y pueblos; hijos no de las revoluciones industriales, la orfandad y de la explotación, sino de la pérdida de valores, de la desintegración o desestructuración familiar, del abandono y el maltrato, de la incultura y la indiferencia, de la desmotivación y el relativismo, de la delincuencia, paro o drogadicción, de la falta de sentido en la vida, hijos también del sueño de la inmigración. Han cambiado el contexto y las formas de explotación, pero los problemas siguen presentes. Es el rostro de la juventud truncada o abandonada a su suerte el que se repite, o a lo mejor continúa. 
Don Bosco se apoyaba en sus sueños proféticos para entusiasmarse y entusiasmar en la conquista de un futuro mejor para sus jóvenes. No obstante, Don Bosco no es un soñador en abstracto, sino que, con los pies bien asentados en su mundo, sabe encontrar los resortes adecuados para hacer realidad sus sueños. Confiado en la Providencia no cesa de trabajar por la realización de su proyecto. Don Bosco sabía bien que el mañana se construye desde lo que somos y hacemos hoy. Por tanto, son estos dos rasgos que debemos cultivar en nuestra vida: sueño y realismo.
“Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y de valentía que nos ayuda a reforzar nuestra fe” (TMA 33). Por ello, Juan Pablo II propone a la Iglesia un “serio examen de conciencia” para analizar cuáles son las responsabilidades de los cristianos en los males de nuestro tiempo: la indiferencia religiosa, el secularismo y el relativismo ético (que a veces también salpica a los cristianos), la desbordante irreligiosidad reforzada por la falta de testimonio y de celo apostólico de los cristianos… Este examen de conciencia ayudará a realizar un análisis de la realidad, de las necesidades y de nuestras responsabilidades en el mundo de hoy. Sólo desde la revisión del pasado y la voluntad puesta en el presente se puede augurar un futuro mejor.
Dicen los sociólogos que estamos inmersos en la cultura de la postmodernidad. Esto es, una época en la que no se aceptan valores ni instituciones al margen de su origen, su evolución o los intereses que van debajo. De una manera especial, los jóvenes abanderan esta corriente. Se habla de crisis de valores, y es verdad, los valores están en crisis, etimológicamente, en cambio. Inmersos en esta cultura, los jóvenes, que están en el centro de nuestras miras apostólicas, van creciendo en un mundo que va planteando nuevos problemas y ante los que hay que estar alerta.
En este sentido, los cooperadores salesianos hemos evolucionado a partir del Concilio Vaticano II, y vamos modelándonos en la Familia Salesiana, Iglesia y Sociedad desde una nueva concepción del “laico”. Quizás debamos “modelar” también nuestra sensibilidad y el sentido de urgencia de cara a este sector juvenil de nuestros destinatarios preferentes.
2. UN RETO FUNDAMENTAL: FIDELIDAD
En los comienzos de este Tercer Milenio el reto que se nos plantea a los cooperadores no es nuevo, el reto esencial de nuestra vocación es la fidelidad. El PVA se encarga de recordarlo en diferentes ocasiones. Cuando hacemos la Promesa nos estamos comprometiendo para toda la vida. Nuestra respuesta puntual se traduce en una voluntad de fidelidad que “dura toda la vida” (PVA 30.1). Esta decisión como otras que adoptamos en nuestra vida y que sabemos que nos ligarán para siempre, se encuentra hoy con una doble cara:
  • La libertad que ejercemos a la hora de dar ese paso, la libertad como expresión máxima de fidelidad. El cooperador acepta vivir un proyecto evangélico desde una opción personal y libre.
  • La otra cara de esta fidelidad nos recuerda el dicho atribuido a un filósofo de la antigua Grecia, Heráclito, y que dice así: todo fluye, todo cambia, nada dura eternamente. “Por eso no podemos descender dos veces al mismo río, pues cuando desciendo a un río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos”. Esta máxima se convierte en una necesidad que aleja lo perpetuo, que asegura la novedad y el cambio. Este sentimiento se va colando subrepticiamente en nuestros planteamientos. Observamos cómo los matrimonios se rompen, cómo el número de empleos indefinidos es mínimo en comparación con los trabajos temporales… Se va difuminando ese antiguo valor de la perdurabilidad, del para siempre.
La fidelidad, no obstante, debe ser capaz de adaptarse al juego de la vida, de acomodarse a ese cambio continuo del devenir histórico. Es preciso renovar esa fidelidad de manera que no quede anquilosada, que no quede colgada en unos parámetros pasados y se haga estéril con el tiempo. La fidelidad no es inmovilista, es creativa y sabe adaptarse a los cambios que se producen en la vida personal y en la realidad circundante. El sí firme es capaz de cambiar, es un sí dinámico. Se trata de un dinamismo que tiene presente cuatros aspectos fundamentales:
1. Los signos de los tiempos. Cada época demanda determinadas respuestas a las que hay que estar atentos y ante las que conviene ser ágiles. No podemos por ello juzgar la fidelidad en abstracto, sin tener en cuenta el contexto y la situación. Miremos hacia atrás y analicemos a un cooperador de 1880. La vocación es la misma, la misión idéntica, el espíritu uno…, sin embargo, somos distintos. Ni ellos eran más fieles que nosotros, ni nosotros mejores. Si queremos, podemos hacer ese análisis tomando fechas más cercanas o cambiando simplemente puntos geográficos. Qué duda cabe que la realidad de un cooperador en Venezuela o en Togo es bien distinta a la nuestra, y que por tanto su acción también. Y podríamos seguir en esta línea atendiendo las diferentes situaciones personales: la edad, la formación, las situaciones familiares, la realidad laboral. La fidelidad tiene una traducción personalizada, adaptada a la Historia (con mayúscula) y a la historia (con minúscula) personal de cada uno. Por este motivo hay que estar en continua tensión y con los ojos bien abiertos ante los cambios que se producen y discernir las respuestas que desde nuestra vocación debemos dar en cada momento.
2. El Evangelio. La Palabra de Dios como escuela de vida, como camino de perfección. La lectura, reflexión, oración y vida del Evangelio verifican la fidelidad de las opciones tomadas. El Evangelio es el punto de referencia obligado, punto de partida y llegada, de programación y revisión de vida. Nuestra fidelidad personal se contextualiza en el marco del Evangelio.
3. La Iglesia que cambia, que se esfuerza por interpretar también los signos de los tiempos. La Iglesia que se mueve en un momento difícil, un momento en que su imagen es atacada desde los medios de comunicación y otros sectores. Nos movemos en los estrechos límites de la conjugación de las nuevas tendencias y sensibilidades de un mundo secularizado con la postura tradicional del magisterio de la Iglesia.
4. El carisma fundacional, las fuentes salesianas de las que bebemos y que marcan líneas concretas y específicas para llevar el Evangelio, desde la Iglesia a la vida.
2.1. FIDELIDAD ¿A QUIÉN?
Estamos hablando de fidelidad a una vocación un poco en abstracto. La fidelidad a un proyecto concreto que se plasma en ese librito verde que está siempre cerca de nosotros. Pero nuestra fidelidad trasciende un simple proyecto, una serie de artículos o una idea. Más que el objeto impersonal de nuestra fidelidad, la pregunta debería reformularse de la siguiente manera: ¿A quién somos fieles?
1. En primer lugar fieles a Dios Padre porque es Él quien nos ha llamado, porque es Él quien ha dado el primer paso, quien ha salido a nuestro encuentro y nos ha dicho “Id también vosotros a mi viña” (Mt 20, 3-4) y cuya fidelidad es indeleble a pesar de nosotros mismos. Fieles a Cristo, su Hijo, camino, verdad y vida; fieles a su mensaje y anuncio; fieles porque Él fue fiel hasta el final; fieles por coherencia con nuestra identidad cristiana. Fieles al Espíritu Santo que nos acompaña, sostiene e ilumina.
2. Fieles a uno mismo porque nadie dijo por nosotros el sí de la Promesa, porque la opción adoptada es nuestra opción. Un día dimos nuestra palabra, tras una seria preparación, y haciendo uso de nuestra libertad personal. La coherencia nos liga, nos exige esta fidelidad.
3. Fieles a los hermanos y hermanas cooperadores porque compartimos una misma vocación, porque nos han apoyado y acompañado en el camino de discernimiento y que además en ellos expresamos nuestra fidelidad a la comunidad eclesial en comunión de Iglesia.
4. Finalmente, y no por ello menos importante, fieles a los destinatarios preferentes: los jóvenes y las clases populares. La infidelidad a nuestra vocación significaría sustraer una vez más a los más desfavorecidos de nuestra sociedad algo que legítimamente les corresponde, algo que le regala en nosotros el Padre bueno.
El momento de la Promesa se convierte en la expresión comunitaria de un compromiso de fidelidad, un compromiso público, compartido, y aceptado por Dios y por la Iglesia.
2.2. FIDELIDAD ¿DÓNDE?
Hoy nuestro mundo demanda una nueva evangelización y la Iglesia invita a participar a todos los cristianos en esta misión urgente en estos momentos de indiferencia religiosa, secularismo, relativismo ético y desbordante irreligiosidad provocada en ocasiones por la falta de testimonio de los cristianos, como denuncia Juan Pablo II en la Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente.
Esta nueva evangelización no puede llevarse a cabo de puntillas sobre una sociedad que no nos satisface plenamente. El misterio de la Encarnación nos desvela de nuevo la dinámica de la salvación, y nos estimula en la conjugación de fe y cultura tan necesaria y tan disociada hoy día. Recogemos también en nuestro Primer Mundo la inculturación como una necesidad. Sólo el conocimiento de nuestra cultura, que nos rodea, y su asunción desde un espíritu crítico nos puede legitimar en nuestro anuncio y misión. Nos sitúa en un mismo nivel de diálogo, de tú a tú, con los jóvenes del mundo y con los hombres y mujeres todos.
Ante la postmodernidad, hay determinados sectores conservadores o progresistas (nostálgicos del 68) que critican y se lamentan de lo que parece una realidad, y es que la juventud de nuestros días se separa cada vez más de los ideales y las directrices que las generaciones anteriores habían soñado y marcado. Se denuncia una crisis de valores. Tal vez tendríamos que hablar de cambio de valores para evitar las connotaciones negativas de la palabra crisis. Asistimos al derrumbamiento de la idea tradicional: los valores y los llamados “contravalores” son parejas enfrentadas. Hoy estamos en el mundo del mestizaje, las distinciones no están claras:
  • Junto al valor del pasado, de la tradición se sitúa el presente, el carpe diem. También el presente frente a las expectativas, el futuro y los proyectos.
  • Lo relativo convive con lo absoluto.
  • La diversidad se asocia a la unidad.
  • El yo, la subjetividad, el parecer personal o los sentimientos propios prevalecen a lo objetivo, a lo científicamente demostrable (según en qué ámbitos).
  • La estética, la imagen, moda y diseño, la belleza de la forma adornan la ética, el
  • contenido, el fondo.
  • El humor se mezcla con la formalidad.
  • Lo efímero junto a lo eterno, al para siempre.
  • Lo “light” adereza lo fuerte.
  • El placer, lo fácil se une al esfuerzo, el trabajo y la lucha.
Si cada uno se analiza en relación a esta escala, probablemente se sorprenda comulgando con alguno de estos postulados, si no en los aspectos esenciales de la vida, sí, tal vez, en lo cotidiano o banal.
En esta corriente cultural que cobra adeptos desde la música, el cine, la televisión, la publicidad, etc., la fragmentación de la realidad se presenta como el gran enemigo de una concepción unitaria de la persona. La vida a la carta, la elección de rol o de actitudes según la situación presente es el enemigo fundamental de la coherencia entre fe y vida. Los diversos ámbitos en los que vivimos nuestra polifacética vida pueden hacer que vivamos descentrados y sin darnos cuenta de las contradicciones en que incurrimos.
Sin embargo, sería de ingenuos pensar que todo lo que plantea esta nueva forma de vida es moralmente malo. Una postura madura y fiel a los signos de los tiempos se encaminaría a tomar los aspectos positivos que tiene. Cada una de las visiones señaladas puede ser explotada en positivo. No olvidemos que también valen, que también son valores. Esto es estar en el mundo. Esto es ser laico: conocer, asumir y transformar…
Este contexto nos lleva al siguiente punto. Hemos visto el a qué y el a quién de nuestra fidelidad. Lo expuesto anteriormente nos conduce al dónde, es decir, a los ámbitos en los que se nos exige fidelidad.
2.3. FIEL AL ESPÍRITU SALESIANO SEGLAR
La exigencia de fidelidad a nuestra vocación la recibimos de diversos ámbitos, como niveles de una misma realidad. Expresamos nuestra fidelidad en la sociedad, dentro de la sociedad en la Iglesia, dentro de la Iglesia en la Familia Salesiana y en nuestra Asociación, como círculos concéntricos.
No obstante, y antes de adentrarnos en esos niveles, nos detenemos en lo que pensamos que es el punto de partida y el resumen de esta fidelidad. Esto hay que buscarlo en nuestra vocación, aquello a lo que hemos sido llamados: vivir el ser bautizado como laico salesiano. Esto es, ser fiel a la espiritualidad laical salesiana. La espiritualidad laical salesiana tiñe toda la realidad del cooperador, condiciona toda su vida. La vivencia enraizada de la espiritualidad laical salesiana nos obliga a ser fieles a la sociedad, a la Iglesia y a la Asociación. Es la fidelidad al propio Espíritu Salesiano conjugado con los valores seculares que vivimos vocacionadamente.
2.3.1. ESPIRITUALIDAD
Ahora bien, estamos de acuerdo con lo que queremos decir cuando hablamos de espiritualidad laical salesiana. El primer estadio al que debemos acercarnos y que es común a todos los bautizados es el de la espiritualidad cristiana. Cuando hablamos de espiritualidad nos referimos a la manera que tenemos los cristianos de enfrentarnos a la vida, de mantener nuestra relación con Dios y con las personas que nos rodean, es el conjunto de actitudes que adoptamos cada día. Este conjunto de actitudes no es arbitrario, ni responde al capricho o a los intereses de cada uno. En el marco de las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-13) encontramos el programa de vida detallado, un proyecto que coloca la felicidad como objetivo principal y que marca un verdadero camino de santidad como recoge el Concilio Vaticano II (LG 40 ss). Y que refleja el último capítulo de nuestro PVA, resumiendo el objetivo principal de la asunción de dicho proyecto “Hacer salir del letargo a los cristianos y llevarlos a la santidad” (PVA 41). Y podemos añadir tomando las palabras del Comentario oficial “El espíritu de las bienaventuranzas señala una calidad de vida individual y colectiva, definida por el evangelio como feliz, porque genera serenidad profunda y auténtica alegría” (COPVA p.100 art. 8).
La sociedad actual conoce múltiples predicadores que anuncian la felicidad en determinados productos de consumo, despersonalizándola y reduciéndola a un objeto externo a la persona, que cuando se extingue el objeto desaparece simultáneamente la felicidad. La publicidad, las sectas, determinadas ideologías minan y sobornan nuestra necesidad vital de ser felices. Dios nos quiere santos y felices. Esa es la llamada de nuestro Padre y esa ha sido la preocupación humana patente en toda la historia.
2.3.2. LAICAL
La respuesta a la propia vocación desde la laicidad reivindica una definición positiva de nuestra identidad. El laico vive en el mundo y asume las realidades temporales, insertándose en ellas como fermento. El gran reto del laico lo constituye la búsqueda continua de Dios en las situaciones cotidianas, la conjugación de la fe y la vida como una integración natural. La búsqueda de Dios y el consiguiente encuentro con Él abarca los diferentes ámbitos existenciales del ser humano:
  • En el matrimonio siendo portador del amor de Dios hacia el cónyuge, en la familia, entre los amigos.
  • En las responsabilidades laborales, formándose adecuadamente, procurando la mayor competencia profesional, la búsqueda de trabajo, la lucha por unas condiciones laborales justas,
  • En la sociedad en general, influyendo en la cultura, la participación política activa, desde el voto reflexionado y coherente hasta la participación directa en algún programa de partido, las relaciones en el vecindario y asociaciones vecinales, la ciudadanía (“honrados ciudadanos”), la visión cristiana de la economía, el cuidado de la naturaleza y la sensibilización ante el deterioro al que se ve sometido por el progreso humano, el empleo generoso del tiempo libre, el buen uso e implicación en los medios de comunicación social, las respuestas a la marginación, el voluntariado y las ONG como canalizadores de fuerzas…
Detrás de la presencia del laico en cada uno de estos ámbitos de su existencia palpita la búsqueda incansable de Dios, el reconocimiento de Dios en el otro y la entrega gratuita por la construcción del Reino que no es más que el esfuerzo por cambiar la realidad, en una palabra, evangelizar, anunciar la buena noticia revelada por Jesús.
Sin duda, la coherencia de vida del laico se ve zancadilleada en múltiples ocasiones por una sociedad secularizada que, a menudo, ignora a Dios, y se ensaña, como en épocas pretéritas, con los que levantan la voz. ¿Dónde está Dios? ¿Qué falta hace hoy Dios? Y también es un reto vivir dentro de una Iglesia que está en tensión con la sociedad, criticada y ridiculizada. Y en ocasiones en tensión también con la propia visión crítica del laico que se mueve en una franja peligrosa de polémica, ignorancia voluntaria o deserción. La crítica constructiva desde el amor y el compromiso debe pugnar con otras tendencias más fáciles.
2.3.3. SALESIANA
Y este recorrido por nuestra espiritualidad se completa con el adjetivo que colorea todo lo anteriormente expuesto. Lo salesiano, la herencia de Don Bosco traducida a nuestra condición de vida, a nuestras circunstancias actuales y a este siglo en que vivimos. La herencia de Don Bosco tiene un denominador común sin distingos entre los que respiramos en clave salesiana (seamos religiosos o seglares): la caridad pastoral como núcleo central, dirigida de una manera muy especial hacia los jóvenes. No se entiende toda la acción salesiana sin este motor que bombea continuamente y que alienta cada paso. El amor de pastor, enseñado por Jesús e interpretado por Don Bosco (da mihi animas) activa otros elementos que definen nuestra espiritualidad en nuestra forma de actuar, de relacionarnos con los demás y de orar. La caridad pastoral es el instrumento que lleva el Amor de Dios a los jóvenes, con creatividad, optimismo y corazón oratoriano, con el apoyo del Espíritu y la solicitud maternal de María. Trabajo, trabajo y trabajo, riesgo e iniciativa, audacia y confianza en la providencia. En comunión de Iglesia y con el alimento continuo de la Palabra de Dios y el Pan de vida.
El capítulo IV del Proyecto de vida apostólica (y su Comentario oficial) ahonda en el significado y los contenidos de Espíritu Salesiano. También el artículo 3 de La carta de comunión en la Familia Salesiana de Don Bosco recoge los elementos que nos son comunes a los herederos del espíritu de Don Bosco y garantes de su irradiación en la sociedad y en la Iglesia del Tercer Milenio.
PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO EN GRUPOS
1. ¿Cuáles crees que son las razones por las que algunos hermanos abandonan hoy la Asociación?
2. ¿Qué dificultades encuentro en el día a día para permanecer fiel a mi vocación y a la Asociación de Cooperadores Salesianos?
3. ¿Qué elementos alimentan mi fidelidad?

lunes, 31 de julio de 2017

SER SALESIANO COOPERADOR EN EL MUNDO

Ser cabeza de familia, ser un profesional, ser estudiante, ser catequista, ser animador, ser  salesiano cooperador  con promesa o ser aspirante a salesiano cooperador, hoy en dia es una gran responsabilidad porque donde vayas estarás rodeada de personas y esas personas siempre mostraran su educación y sin duda alguna tendremos que ser guias en nuestro entorno, esa es nuestra misión desde que asumimos ser Salesiano Cooperador, así nos mostró Don Bosco y así debemos de ser.
En alguna parte dice Graham Greene que «ser humano es también un deber». Se refería probablemente a esos atributos como la compasión por el prójimo, la solidaridad o la benevolencia hacia los demás que suelen considerarse rasgos propios de las personas «muy humanas», es decir aquellas que han saboreado «la leche de la humana ternura», según la hermosa expresión shakespeariana. Es un deber moral, entiende Greene, llegar a ser humano de tal modo. Y si es un deber cabe inferir que no se trata de algo fatal o necesario (no diríamos que morir es un «deber», puesto que a todos irremediablemente nos ocurre): habrá pues quien ni siquiera intente ser humano o quien lo intente y no lo logre, junto a los que triunfen en ese noble empeño. Es curioso este uso del adjetivo «humano», que convierte en objetivo lo que diríamos que es inevitable punto de partida. Nacemos humanos pero eso no basta: tenemos también que llegar a Serlo. ¡Y se da por supuesto que podemos fracasar en el intento o rechazar la ocasión misma de intentarlo! Recordemos que Píndaro, el gran poeta griego, recomendó enigmáticamente: «Llega a ser el que eres.» Desde luego, en la cita de Graham Greene y en el uso común valorativo de la palabra se emplea «humano» como una especie de ideal y no sencillamente como la denominación específica de una clase de mamíferos parientes de los gorilas y los chimpancés. Pero hay una importante verdad antropológica insinuada en ese empleo de la voz «humano»: los humanos nacemos siéndolo ya pero no lo somos del todo hasta después. Aunque no concedamos a la noción de «humano» ninguna especial relevancia moral, aunque aceptemos que también la cruel lady Macbeth era humana —pese a serle extraña o repugnante la leche de la humana amabilidad— y que son humanos y hasta demasiado humanos los tiranos, los asesinos, los violadores brutales y los torturadores de niños... sigue siendo cierto que la humanidad plena no es simplemente algo biológico, una determinación genéticamente programada como la que hace alcachofas a las alcachofas y pulpos a los pulpos. Los demás seres vivos nacen ya siendo lo que definitivamente son, lo que irremediablemente van a ser pase lo que pase, mientras que de los humanos lo más que parece prudente decir es que nacemos para la humanidad. Nuestra humanidad biológica necesita una confirmación posterior, algo así como un segundo nacimiento en el que por medio de nuestro propio esfuerzo y de la relación con otros humanos se confirme definitivamente el primero. Hay que nacer para humano, pero sólo llegamos plenamente a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad a propósito... y con nuestra complicidad. La condición humana es en parte espontaneidad natural pero también deliberación artificial: llegar a ser humano del todo —sea humano bueno o humano malo— es siempre un arte.


A este proceso peculiar los antropólogos lo llaman neotenia. Esta palabreja quiere indicar que los humanos nacemos aparentemente demasiado pronto, sin cuajar del todo: somos como esos condumios precocinados que para hacerse plenamente comestibles necesitan todavía diez minutos en el microondas o un cuarto de hora al baño María tras salir del paquete... Todos los nacimientos humanos son en cierto modo prematuros: nacemos demasiado pequeños hasta para ser crías de mamífero respetables. Comparemos un niño y un chimpancé recién nacidos. Al principio, el contraste es evidente entre las incipientes habilidades del monito y el completo desamparo del bebé. La cría de chimpancé pronto es capaz de agarrarse al pelo de la madre para ser transportado de un lado a otro, mientras que el retoño humano prefiere llorar o sonreír para que le cojan en brazos: depende absolutamente de la atención que se le preste. Según va creciendo, el pequeño antropoide multiplica rápidamente su destreza y en comparación el niño resulta lentísimo en la superación de su invalidez originaria. El mono está programado para arreglárselas sólito como buen mono cuanto antes —es decir, para hacerse pronto adulto—, pero el bebé en cambio parece diseñado para mantenerse infantil y minusválido el mayor tiempo posible: cuanto más tiempo dependa vitalmente de su enlace orgánico con los otros, mejor. Incluso su propio aspecto físico refuerza esta diferencia, al seguir lampiño y rosado junto al monito cada vez más velludo: como dice el título famoso del libro de Desmond Morris, es un «mono desnudo», es decir un mono inmaduro, perpetuamente infantilizado, un antropoide impúber junto al chimpancé que pronto diríase que necesita un buen afeitado... Sin embargo, paulatina pero inexorablemente los recursos del niño se multiplican en tanto que el mono empieza a repetirse. El chimpancé hace pronto bien lo que tiene que hacer, pero no tarda demasiado en completar su repertorio. Por supuesto, sigue esporádicamente aprendiendo algo (sobre todo si está en cautividad y se lo enseña un humano) pero ya proporciona pocas sorpresas, sobre todo al lado de la aparentemente inacabable disposición para aprender todo tipo de mañas, desde las más sencillas a las más sofisticadas, que desarrolla el niño mientras crece. Sucede de vez en cuando que algún entusiasta se admira ante la habilidad de un chimpancé y lo proclama «más inteligente que los humanos», olvidando desde luego que si un humano mostrase la misma destreza pasaría inadvertido y si no mostrase destrezas mayores sería tomado por imbécil irrecuperable. En una palabra, el chimpancé —como otros mamíferos superiores— madura antes que el niño humano pero también envejece mucho antes con la más irreversible de las ancianidades: no ser ya capaz de aprender nada nuevo. En cambio, los individuos de nuestra especie permanecen hasta el final de sus días inmaduros, tanteantes y falibles pero siempre en cierto sentido juveniles, es decir, abiertos a nuevos saberes. Al médico que le recomendaba cuidarse si no quería morir joven, Robert Louis Stevenson le repuso: «¡Ay, doctor, todos los hombres mueren jóvenes!» Es una profunda y poética verdad. Neotenia significa pues «plasticidad o disponibilidad juvenil» (los pedagogos hablan de educabilidad) pero también implica una trama de relaciones necesarias con otros seres humanos. El niño pasa por dos gestaciones: la primera en el útero materno según determinismos biológicos y la segunda en la matriz social en que se cría, sometido a variadísimas determinaciones simbólicas —el lenguaje la primera de todas— y a usos rituales y técnicos propios de su cultura. La posibilidad de ser humano sólo se realiza efectivamente por medio de los demás, de los semejantes, es decir de aquellos a los que el niño hará enseguida todo lo posible por parecerse. Esta disposición mimética, la voluntad de imitar a los congéneres, también existe en los antropoides pero está multiplicada enormemente en el mono humano: somos ante todo monos de imitación y es por medio de la imitación por lo que llegamos a ser algo más que monos.
Continuará............................





martes, 11 de julio de 2017

ENCUENTRO NACIONAL ASOCIACIÓN SALESIANOS COOPERADORES BOLIVIA

Bienvenida grupo de la tamborilla Patujú

La asociación de Salesianos Cooperadores de Bolivia, tuvo su encuentro Nacional los días 8 y 9 de julio del presente año en el centro de eventos Juan XXII Don Bosco Muyurina en Montero, con el propósito firme de fortalecer los lazos de amistad, conocer a los nuevos miembros de la asociación y ante todo debatir , conocer las diferentes posturas que se tomaran ante los nuevos hechos de atentado al debilitamiento del seno familiar con la promulgación del derecho al aborto, el derecho de libertad de género y la consolidación de familias homosexuales, todo bajo la segunda exhortación apostólica sobre el amor a la familia "AMORIS LAETITIA" promulgada por el Papa Francisco.

Roberto Borda, Thonchi, Jaime y Franco centro SADOSA Centro SADOSA, Limbert, José Antonio pd Javier Ortiz y sor Maura

Este encuentro estuvo marcado por la participación de la panelista Hna. Sor Maura Mamani FMA, pd Mateo Blanco SDB, Lic Lourdes Chalup Monasterios, Prof. Jorge Torres, quienes hicieron de este encuentro algo muy especial, transmitiendo vivencias personales, enseñanzas de vida y mucho testimonio de vida, los que estuvimos presentes quedamos extasiados ante tanta riqueza de experiencias vertidas, y para el cierre del encuentro estuvo presente el padre inspector Javier Ortiz SDB, quien no solo reflexionó de la importancia de la asociación sino que motivó a ser parte del gran movimiento de la familia santa, que debemos dar un paso por delante de los hechos y ser testigo fiel del Cristo resucitado a través del carisma Salesiano. Dicho encuentro terminó con la celebración de la santa misa, precedida por pd. Javier Ortiz SDB y la promesa de dos nuevos salesianos cooperadores comprometidos Roberto Borda Soria SSCC de centro SADOSA Cochabamba y Viviana Buceta Suarez SSCC del centro Centenario Santa Cruz, también resaltar al grupo de la tamborilla  Patujú que alegraron el almuerzo de bienvenida el día sábado, con melodías muy alegres y propias del lugar, en conclusión este encuentro cumplió con las expectativas de los asistentes en formación y motivación, mil gracias Montero.

Consejo Nacional SS.CC
Centro Centenario Don Bosco Santa Cruz

Consejo Nacional SS.CC

Encuentro Nacional Asociación Salesianos Cooperadores

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lunes, 26 de junio de 2017

SER UN DISCIPULO DE JESUS AYER, HOY Y SIEMPRE

Ayer, vino a mi mente muchas cosas y mi ímpetu, falta de experiencia, una gran y larga lista de adjetivos calificativos, pusieron mi ser en conflicto, en esperanzas y desesperanzas, en la linea roja de contradicciones y lo único que vino a mi mente es: ¿Como ser un verdadero discípulo de Jesús ayer, hoy y siempre?

Un joven le escribió lo siguiente a su novia: “Amor, si este mundo fuese tan caliente como el Desierto del Sahara, yo me gatearía sobre mis rodillas en la tierra caliente para llegar hasta ti.  Si el mundo fuese como el Océano Atlántico, yo nadaría a través de aguas infestadas de tiburones para llegar hasta ti.  Yo lucharía en contra del dragón más fiero para estar a tu lado.  Espero verte el jueves… eso es, si no llueve.”

“Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:33).

Dejarlo todo por Cristo no quiere decir abandonar nuestras posesiones y amigos para irnos de peregrinos, ni que debemos partir con todas nuestras posesiones para poder ser discípulos de Jesús. Renunciar a todo lo que poseemos, tampoco es un trueque o un intercambio dar todas las cosas terrenales a cambio de la vida eterna

Desafortunadamente, mucha gente cree que renunciar a todo por Cristo es entregar todas las cosas terrenales a cambio de obtener cosas celestiales. Esto no es de ninguna manera lo que significa.

¿Qué es lo que realmente significa abandonar todo por Cristo?

Renunciar a todo lo que poseemos por Cristo, implica un cambio radical de corazón, esto es, dejar el egoísmo por la benevolencia. En otras palabras “abandonar todo” quiere decir abandonar sin excusa alguna todos los intereses egoístas como el objetivo principal de tu vida.
Dejar todo por Jesús es una rendición absoluta de una vez y para siempre de los intereses egoístas y la gratificación personal como la meta de nuestra vida.

Renunciar a todo por seguir a Cristo significa entrar en la visión, en las intenciones y en los diseños de Jesús para promover la gloria de Dios y los intereses de Su reino.

Abandonar todo por Cristo te pide inevitablemente dejar el principio de ser dueño de ti mismo. Los pecadores actúan siempre bajo el principio de que son dueños de sí mismos. Insisten en su derecho a disponer de su persona como les plazca sin tener que dar cuentas a Dios o al hombre. Cristo aborrece esta manera de actuar. Él les niega el derecho a disponer de sí mismos y los reclama para Él porque en primer lugar fueron creados por Él y luego fueron redimidos por Su sangre. Cristo, por lo tanto, insiste en que los pecadores dejen de contender, en teoría o en práctica, acerca de que se pertenecen a sí mismos y tienen el derecho de disponer de ellos como les plazca.

 ¿Somos Dueños o Mayordomos?

Dejarlo todo por Cristo también implica renunciar a reclamar la pertenencia de cualquier cosa. Esto significa que reconoces que verdaderamente no tienes nada que puedas llamar propio, que todo es de Dios y que tú eres solamente su mayordomo.

Dejarlo todo trae como consecuencia un reconocimiento de corazón y en la práctica del principio de la mayordomía universal: Que todo lo que tienes y eres, tu ser, tu vida, salud, cuerpo, alma, tiempo, tus posesiones y tus amigos, son considerados y utilizados por ti de la manera más provechosa, porque pertenecen a Dios. Como su mayordomo en todo, le entregas cuentas estrictas e imparciales. Esto quiere decir que tú realmente sientes todas tus posesiones como si fuesen de Dios y que no tienes derecho a disponer de ellas sino según su voluntad. Debes sentir eso, así se trate de una granja, de una casa o de cualquier otra propiedad de la cual poseas un título. Te consideras a ti mismo en posesión de éstas cosas sólo como un administrador.

Supón que has vendido tu granja o tu casa; las escrituras han sido entregadas y registradas. A ti se te ha permitido quedarte hasta que el dueño venga o envíe a alguien a tomar posesión. En tal caso entenderías muy bien como deberías considerar la propiedad. Si eres una persona honrada, tú no pensarías en venderla o en disponer de algo de ella, sino por el contrario, en conservarla en el mejor estado para su dueño. En cualquier momento que apareciera o enviara a alguien a tomar posesión, no pensarías en oponerte a su derecho de tomar posesión, pues es suya. Todo el tiempo pensarías, “Esto no es mío”. Esta mentalidad tendría siempre un peso muy especial en tu conducta. Estarías esperando entregar la propiedad en cualquier momento que te lo pidiera el dueño, sin discutir, ni resistir.

Un Cambio Radical de Manera de Pensar

Dejar todo por Cristo implica, en esencia, una manera de comportarse de acuerdo a esta mentalidad que he explicado. Es una mentalidad en la cual tú no pensarías más en disponer de las cosas que posees sin consultar primero a Dios, y quedando satisfecho con respecto a Su voluntad sobre el asunto, así como tampoco pensarías en ir y disponer de los bienes de tu prójimo sin consultarlo. La persona que deja todo, según el sentido del versículo que estamos estudiando, siente con respecto a su prójimo, que sus posesiones son suyas, pero refiriéndose a Dios, su sentimiento práctico y consciente es que estas cosas no son suyas, que no tiene derecho a disponer de ellas, sino según la voluntad de Dios. Exactamente como tampoco puede disponer de las cosas de su prójimo.

Intenciones Correctas

Abandonar todo para seguir a Jesús, significa hacer todo esto por amor a Dios, y no, como he dicho antes, por un principio de trueque o “intercambio”. Debe ser hecho en el mismo espíritu en el cual una esposa que ama a su marido abandonaría todo lo que tiene y lo seguiría al exilio por amor a él, y no porque esperara recibir honores o un premio.

Renunciar a todo lo que poseemos por Cristo debe de hacerse con gozo, no como algo forzado. No debes considerar el dejar todo por Jesús como el menor de dos males, sino como aquello que es correcto, justo, útil y deseable en sí mismo. Es estrictamente justo porque en realidad nada es tuyo, sino que sólo eres administrador de todas tus posesiones. Es por lo tanto, realmente un asunto de estricta justicia el que tú abandones todo lo que tienes en el sentido que se ha explicado hasta aquí. Hazlo porque es lo justo y lo correcto, y por amor a la justicia (no por temor al castigo si no lo haces). Renunciar a todo lo que poseemos para seguir a Jesús implica tú completa consagración a Dios y la de todo lo que tienes y eres: Nada menor a esto está implícito en el versículo que estamos estudiando.

Jesús dijo: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.” (Juan 8:31-32).

En estos versículos, Jesús nos está enseñando que si permanecemos en la Palabra de Dios y se nos mantenemos fieles a sus enseñanzas nos convertimos en sus discípulos. El significado de un discípulo literalmente se traduce como “un aprendiz”… denota “el que sigue las enseñanzas de alguien”…. En términos bíblicos, un “discípulo” es un creyente que sigue las enseñanzas de Cristo y sigue Su ejemplo.
Así que el discipulado no es simplemente una decisión de la creencia en algún momento, sino un proceso continuo de seguir y obedecer. Esto significa que debemos leer Su palabra con mucho cuidado y aplicarla a nuestra vida cotidiana. Se nos ordena abandonar cualquier enseñanza que no están de acuerdo con las palabras de Dios como Pablo advierte a Timoteo. “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos.” (2 Timoteo 4:2-4)
El resultado de permanecer en la palabra de Cristo es la libertad, la libertad espiritual de la esclavitud del pecado (Juan 8:32), porque “todo el que peca es esclavo del pecado” (Juan 8:34). La libertad espiritual, intelectual y moral sólo es posible cuando somos liberados de las tinieblas, el pecado, la ignorancia, la superstición y dejar que la Luz del Mundo brille sobre nosotros y en nosotros. “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1)

lunes, 12 de junio de 2017

LOS FIELES LAICOS, IGLESIA PRESENTE Y ACTUANTE EN EL MUNDO

PORTADORES DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA



Jesús vino a nuestro mundo para dar testimonio de la verdad, para dar a conocer la sabiduría y la gracia de Dios, para manifestarnos nuestra condición de hijos de Dios y herederos de la vida eterna.

A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús encomendó a sus discípulos la continuidad de su misión, el mantenimiento y la expansión de este anuncio de salvación.  (Jn 17,18), (Jn 20,21), (Mt 28, 18-20), (Mc 16,15), (Lc 24, 47-48).

Misión laical
Todos los discípulos de Cristo han recibido el encargo de extender la fe según sus posibilidades...  De esta manera, la Iglesia ora y trabaja al mismo tiempo para que la totalidad del mundo se transforme en Pueblo de Dios, Cuerpo del Señor y Templo del Espíritu, y para que en Cristo, Cabeza de todos, se dé todo honor y toda gloria al Creador y Padre de todos.

Cuando hablamos del apostolado de los laicos no debemos pensar en algo diferente de lo que Jesús encomienda a  sus discípulos en general, algo diferente de la misión general de la Iglesia.  La Iglesia como comunidad está constituida fundamentalmente por los laicos, los cristianos comunes que viven en el mundo sin ser del mundo.

Como cristianos, somos lo que significa y produce el sacramento del bautismo en cada uno de nosotros.  El bautismo es el sacramento de toda la vida.

El deber y el derecho de los laicos al apostolado derivan de su unión con Cristo Cabeza.  Incorporados por el bautismo al Cuerpo Místico de Cristo y fortalecidos con la fuerza del Espíritu Santo por medio de la confirmación, son destinados al apostolado por el mismo Señor.

Los cristianos, cuando nos encontramos espiritualmente con Cristo resucitado y salvador, recibimos el encargo misionero.  (Jn 20, 17).

Cuerpo y sangre
La conversión y el cambio de vida, personal, familiar y comunitario, es condición indispensable para que surja la acción apostólica del cristiano.  El anuncio del  Evangelio no busca directamente ninguna eficacia de carácter temporal, sino que busca directamente el renacimiento de la persona a la vida de hijo de Dios, la iluminación de la mente y la conversión del corazón, el cambio de vida, el arrepentimiento de los pecados y el nacimiento a una nueva vida, arraigada en el seguimiento de Cristo y alimentada por el Espíritu Santo.  Esta nueva vida comienza por el reconocimiento de Dios, la gratitud y la alabanza, el amor de Dios sobre todas las cosas.

Jesús eterno y sumo sacerdote


lunes, 5 de junio de 2017

"CONTIGO TODO A MEDIAS"

Estas dos semanas he estado pensando que iba a escribir y como debería redactar esto que quiero compartir con ustedes, mis hermanos en Cristo y hermanos de comunidad; Revisaba algunos hechos en las memorias del oratorio y esta frase también toco mi ser: "Contigo todo a medias", es lo que Don Bosco dijo a Miguel Rúa cuando este era un oratoriano.

Los 36 años que estuvo Miguel junto a Don Bosco comenzaron con un simpático encuentro de todos conocido. En el otoño de 1846 Miguelito tenía 8 años. Su padre había fallecido hacía poco tiempo. Don Bosco repartía medallas y él levantaba la mano para tratar de coger alguna. Pero Don Bosco, sin embargo, cogió la mano izquierda de Miguelito y con su derecha hacía el gesto de cortarla por la mitad. Don Bosco mientras pronunciaba el secreto que solo el tiempo lograría esclarecer: “Nosotros haremos la cosas a medias”. Y así fue. Miguel formó parte del primer grupo de jóvenes que se quedaron con Don Bosco para siempre y que llevarían el nombre de Salesianos.

Cuando las cosas se complican, “¡Coger las maletas! ¡Coger las maletas!” He ahí la tremenda realidad de media Europa en el siglo XIX y XX. De Italia, España, Grecia, Portugal, Irlanda. “¡Coger las maletas!” Una denuncia que no necesita pie de letra. Y un estigma grabado en la frente: “El italiano no protesta, emigra”. De 1880 a 1890 emigraron a América muchos millones de personas. Sólo para la Argentina emigraban cada año 40.000 italianos.Todo a mediasLos molinos de la ciudad de Turín, conocidos como “Molassi” estaban situados en la gran plaza de Manuel Filiberto (Porta Palazzo), a mano derecha para quien desciende hacia el río Dora. Todavía hoy, la amplia plaza es sede de un mercado variopinto y diario de la ciudad, con apretadas hileras de puestos. 

El día señalado fue un día cualquiera de septiembre de 1845. Por la mañana, después de la catequesis, un grupo de muchachos se apretuja alrededor de Don Bosco. Un poco apartado se encuentra un chiquillo de ocho años, delgadito y pálido, con un brazalete negro en el brazo izquierdo. Hacía dos meses que había fallecido su padre. No le iba eso de meterse en líos y empujones. Total se acaban las medallas y él se queda sin nada. Don Bosco se le acerca y le dice:- Toma, Miguel, toma. Miguel Rua, además de ser inteligente, tenía olfato y templanza. ¿Tomar qué? Aquel sacerdote extraño que veía por primera vez, no le daba nada. Sólo le tendía la mano izquierda, y con la derecha hacía señal como de quererla cortar en dos. El chico alza unos ojos preguntones. Y el sacerdote, directo, le encaja:- Nosotros dos lo haremos todo a medias.”¡Coger las maletas!”Algunos años más tarde de aquello, en el Oratorio se decía de Miguel Rua, “éste coge la rosa sin que se mueva el rosal”. Y con tremenda voluntad de compromiso con la época, Rua habla de forjar la unión entre las fuerzas del trabajo y de la religión y lo hace de tal modo que nos parece ver una chimenea de humo perfumado que escriba consignas liberadoras en el cauce de la Rerum Novarum. Si León XIII denuncia el momento en el que “un pequeñísimo número de poderosos impone una situación de semiesclavitud a una infinita multitud de proletarios”, a Rua no le basta. Y de una prosa sólida, resistente, como renglones de mármol, pasa a aceitar sus palabras y, sobre todo sus hechos. “La cuestión obrera”, ese es nuestro campo. Si las dársenas del puerto de Génova se llenan de maletas, allí estarán también las maletas de los salesianos y no vacías, sino cargadas de años de vida. Eso, eso. Sí, un símbolo de la identidad de Italia es ser un pueblo emigrante. Otro símbolo de la identidad de los salesianos es el de un grupo también de emigrantes y siempre. Eso, cuando las cosas se complican en un lado, “¡coger las maletas! ¡El salesiano no protesta, emigra con los emigrantes!”.Así pues, Miguel Rua mira hacia el mar, haciendo causa con él. Hoy se habla mucho de “economía emocional”. ¿Qué valor tiene ese gesto de hermandad en el mar? Pues a través de un millón de hechos. Muy al contrario de los tópicos, Rua tenía una creciente necesidad de cambio. Agotaba –o creía hacerlo- cuanto crecía a su alrededor. Mientras cubría Italia de una red de obras redondas y acabadas para los muchachos de familias más modestas, envió misioneros salesianos a América del Norte en 1897 y 1898. En Nueva York, Paterson, Los Ángeles, Troy los salesianos acogían, muy arremangados, con sotanas y pantalones deslucidos, a los miles de emigrantes que ni conocían la lengua, ni tenían lugar donde alojarse ni trabajo, ni amistades. Al mismo tiempo reforzó y multiplicó las presencias salesianas en América del Sur, con el entusiasmo de aquellos maestros mágicos que fueron Juan Cagliero y Luis Lasagna. ¿La gloria y la basura? ¿La esperanza y el mar? ¿Quién nos libra? ¿Quién nos ayuda? La dura corteza de un sabio. La música sutil de un santo como Miguel Rua que habla de un reino de lejos, codo a codo, con los emigrantes.La atracción de la distancia¿Por qué no ir a Cape Town, Túnez, Esmirna, Constantinopla? ¿Por qué no a Madrid o Vitoria? ¿Por qué no asumir los religiosos de Antonio Belloín en Palestina? ¿Por qué no comprender del todo a Bronislaw Markiewicz en Polonia? ¿Por qué no apoyar el trabajo con los leprosos en Agua de Dios, en Colombia, iniciado por Unía y consolidado por Rabagliati y Variara? ¿Por qué no ayudar hasta el extremo a Balzola y Malan que intentan adentrarse entre los indígenas Bororo del Mato Grosso en Brasil? ¿Por qué no fundar un Oratorio, una escuela y una casa de acogida para los muchachos del arroyo, tirados por las calles y zocos de Orán, en Argel? De nuevo y siempre y cada día surgía para Miguel Rua la atracción de la distancia, el hechizo de lo distinto. Cambiar. Poseer la sensación de que el horizonte es una sorpresa, una volición del misterio. La sorpresa y el misterio de la India y China, a las que en 1906 llega Luis Versiglia, hoy mártir y santo. 

Don Rúa 1º sucesor de Don Bosco



martes, 23 de mayo de 2017

Advocación Maria Auxiliadora

Historia de la Advocación: “María Auxiliadora de los Cristianos”
Históricamente se comenzó a difundir el título de María "Auxilio de los Cristianos", aproximadamente en el año 1558, donde la invocación será mencionada en las letanías que recitaban en el santuario de Loreto (Italia) de allí "Letanías Lauretanas". Estas fueron aprobadas por el Papa Clemente VIII en 1601.
Foto: Pancho Soria
      1.- Los cristianos de la antigüedad, en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, "boeteia", en idioma griego, palabra que significa: " la que trae auxilios venidos del cielo" .

      2.- San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llamó Auxilio Potentísimo" de los seguidores de Cristo. Ls dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos y manuscritos de Oiente (Grecia, Turquía, Egipto) son: "Madre de Dios y Auxiliadora". (teotocos y boeteia).

      3.- En el año 476 el gran orador Proclo decía: la Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae "Auxilios de lo alto”.

       4.- San Sabas de Cesarea en el año 532, llamó a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narró el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre los creyentes.

     5.- El gran poeta griego - romano Melone, año 518, llamó a María Auxiliadora:  "exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insistió en que recemos para que ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien". En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebró  el 1º de Cctubre, desde antes del año mil; en Europa y América se celebra el 24 de Mayo.

     6.- San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". y repetía: " a virgen es Auxiliadora para conseguir la salvación, Auxiliadora para evitar los peligros, y auxiliadora en la hora de la muerte”.

     7.-  San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón:  "Oh María tú eres poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe, Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria, Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

     8.- La batalla de Lepanto. En el siglo XVI desde Medio Oriente, los musulmanes, estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras y a donde llegaban imponían a la fuerza su religión, en este caso destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma., entonces el Sumo Pontífice Pío V, devoto de la Virgen María convocó a los príncipes católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un  ejército y enfrentaron al enemigo. el 7 de octubre de 1572, en el Golfo de Lepanto. los Mahometanos tenían 282 barcos y 88.000 soldados, los cristianos eran inferiores en número. Antes de iniciar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Concluidos estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario,  al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban y detenía sus barcos, que eran todos barcos de vela movidos por el viento. En pocas horas, el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejercito cristiano y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Los soldados del ejército cristiano dieron carga  y  derrotaron a sus adversarios; mientras desarrollaban la batalla  el Papa Pío V, con una multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario. En agradecimiento por la victoria San Pío V mandó que en adelante celebraran el día 7 de octubre, la fiesta del Santo Rosario y que en las letanías rezaran "María Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.

     9.- El Papa y Napoleón. Al inicio del Siglo XIX sucedió un hecho lastimoso: el emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo tomó prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo en la localidad  francesa de Fontanebleau, sin posibilidad de obtener la libertad, pues el emperador era poderoso gobernante y su ejército, siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice invocó a la Virgen: "Oh Madre de Dios, librame de esta indigna prisión" y muy pronto sobrevino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de las manos de mis soldados", vio con desilusión que, en los fríos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, las manos de sus soldados y los fusiles quedaban inhertes por la escarcha. El que avanzaba deslumbrante con su ejército, volvió humillado con pocos y maltrechos hombres y constató que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota, lo expulsó de su país. El que antes tomó prisionero al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión, el resto de su vida. 
      El Pontífice el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la Cudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de Mayo celebraran en Roma la  "Fiesta de María Auxiliadora, en acción de gracias a la Madre de Dios".
  
    10.- San Juan Bosco y María Auxiliadora. el 9 de junio de 1868, fue consagrada en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de  Dios. Su constructor fue San Juan Bosco, nacido el 16 de agosto de 1815, de padres campesinos muy pobres y humildes;   a los tres años quedó huérfano de padre, para  concurrir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La SSma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaría para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Vrgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara como "Auxiliadora".

       Don Bosco empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. pero fueron tantos los milagros realizados por María Auxiliadora en favor de sus devotos, que en solo cuatro años estuvo terminada la Basílica. El santo solía repetir: "cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el tiíulo de “María Auxiliadora” y son tantos los favores que Nuestra Señora concedió a quienes la invocanban que esta devoción ha llegado a ser una de las mas populares.


      San Juan Bosco decía: “propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros"  y agregaba: “los que rezaren muchas veces esta jaculatoria, coneguirán grandes favores del cielo”.


Foto: Virgen Maria Auxiliadora