miércoles, 21 de noviembre de 2018

¿Qué es el ADVIENTO para el SALESIANO COOPERADOR?

El Adviento para un SALESIANO COOPERADOR comprometido, es un tiempo de espera con el cuál inicia la animación de las villas felices en los oratorios, es también el inicio del año litúrgico cristiano. Consiste en un período de preparación espiritual para la solemnidad del nacimiento de Jesús.
Para el SS.CC. y la iglesia católica, el primer domingo de Adviento marca el comienzo del año litúrgico, el cual tiene lugar el domingo siguiente al de la solemnidad de Cristo Rey, último domingo del año litúrgico anterior. La duración del Adviento varía entre veintidós y veintiocho días, dado que abarca los cuatro domingos previos a la solemnidad de la Navidad acompañados por un número variable de días de semana. En consecuencia, el primer domingo de Adviento se ubica entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre.
Si bien el Adviento precede inmediatamente al tiempo de Navidad, desde el punto de vista espiritual tiene por finalidad la preparación del creyente para la segunda venida de Cristo y el encuentro definitivo con Dios. El color litúrgico de estos días es el morado.

Un poco de historia

La palabra Adviento proviene del latín "Adventus" que significa la venida.  En un principio con este término se denominaba al tiempo de la preparación para la segunda venida de Cristo o parusía y no el nacimiento de Jesús como ahora lo conocemos  en Hechos 13,24 y Hechos 7,52 se usa Adventum para referirse a la Venida de Cristo en la Encarnación. Haciendo referencia a este tiempo la primitiva Iglesia meditaba sobre los pasajes evangélicos que hablan del fin del mundo, el juicio final y la invitación de San Juan Bautista al arrepentimiento y la penitencia para estar preparados.
 
No se sabe desde cuando se comienza a celebrar. En los antiguos leccionarios de Capua y Wursemburgo hacen referencia al Adventu Domini. En los leccionarios gregoriano y gelasiano se encuentran algunas plegarias con el título de Orationes de Adventu. Más tarde comienzan a aparecer las domínicas ante Adventum Domini, en las cuales al término adventus se le asocia con la preparación a la Navidad.
 
La primera referencia que se tiene a esta temporada es cuando el obispo Perpetuo de Tours (461-490) estableció un ayuno antes de Navidad que comenzaba el 11 de Noviembre (Día de San Martín). El Concilio de Tours (567) hace mención a la temporada de Adviento. Esta costumbre, a la cual se le conocía como la Cuaresma de San Martín, se extendió por varias iglesias de Francia por el Concilio de Macon en 581.
 
Existen algunas homilías, probablemente la mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia.

Fundamentos bíblicos
El Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de Noviembre) y abarca cuatro domingos. El primer domingo puede adelantarse  hasta el 27 de Noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de Diciembre, teniendo solo veintiún días.
En la Vulgata latina se usa adviento de dos formas:

·          Para referirse a la Segunda Venida de Cristo-  Mateo 24,35, Mateo 24;39, 1Cor 15,23, 1Tes 2,19, 1Tes 3,13.
·          Para referirse al anuncio de la venida del Mesias encarnado- Hechos 13,24, Hechos 7,52.
¿Puede la iglesia elegir una fecha específica para celebrar un acontecimiento litúrgico?
San Pablo nos habla sobre elegir unos días mejor que otros:
Unos tienen preferencia por algunos días, mientras que para otros, todos los días son iguales, que cada uno se atenga a su propio juicio.
El que distingue un día de otro lo hace en honor del Señor; y el que come, también lo hace en honor del Señor, puesto que da gracias a Dios; del mismo modo, el que se abstiene lo hace en honor del Señor, y también da gracias a Dios. Romanos 14:5-6
San Pablo en estos versículos nos enseña que él ve bien que algunas personas tengan preferencias por algunos días y otras por otros, o sea que eso no es algo malo. El distinguir un día de otro es bueno si se hace en honor al Señor. Pues bien la festividad del Adviento es Cristocéntrica, pues Cristo es el centro de este tiempo litúrgico...por lo tanto ¿No justifica ya esto el poder tener unos días especiales en honor al Señor?


Pero además, encontramos en la Escritura más casos de tiempos que eran sagrados para el Pueblo de Dios: Levítico 23:23-37, Números 28:16-20, Nehemias 8:910.


Vemos como el Pueblo de Dios del Antiguo Testamento tenía días consagrados a Yahvé y en esos días se recomendaba comer bien y al que nada había preparado darle una porción de alimentos, y todos tenían que estar felices. ¿Acaso esto no es lo que hacemos en Navidad y Adviento? dicen en Navidad el corazón de la gente se ablanda, es por eso que el texto de Nehemías antes citado  es un reflejo de lo que para nosotros es el Adviento y la Navidad.


Pero incluso podemos encontrar como el pueblo de Dios se preparaba para las fiestas sagradas:
·         Después prepararon la Pascua para sí y los sacerdotes, porque los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer holocaustos y grasas. Por eso los levitas la prepararon para sí y para los sacerdotes, hijos de Aarón. 2Cronicas 35:14.
·       En el Nuevo Testamento  encontramos como los discípulos de Jesús también se preparan para días santos: “Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua”. Mateo 26:19.
·         La preparación para recibir a Jesús es tan importante que hasta en el Nuevo Testamento se nos dice que Dios manda al pueblo un mensajero para que el pueblo se PREPARE:
·          Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios, como está escrito en el libro del profeta Isaías: "Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino”.  Marcos 1:2.
¿Si el pueblo de Dios tuvo que prepararse para recibir a Cristo, porque nosotros no hemos de hacer lo mismo? Podemos decir sin temor a equivocarnos, que en Marcos 1:2, se anuncia el primer ADVIENTO, la primera preparación que la Iglesia tiene que hacer para recibir a Cristo. Recordemos que el profeta Isaías ya predijo que vendría Cristo y también enseñó al pueblo de Dios como debía prepararse para este acontecimiento:
 
"Decid a los cobardes de corazón:  ¡Sed fuertes, no temáis! Mirad a nuestro Dios que va a venir a salvarnos".  Is 35: 4.
 
Esta invitación se hace cada vez más apremiante a medida que se acerca la Navidad, enriqueciéndose con la exhortación a preparar el corazón para acoger al Mesías.
Con todo esto comprobamos que el dedicar tiempo a prepararnos para recibir a Cristo era algo normal en los relatos bíblicos, es más incluso hemos visto como el pueblo de Dios tenía sus fiestas y días santos.


La enseñanza de la biblia sobre la corona de ADVIENTO.

Algunos grupos protestantes y sectas, suelen criticarnos por usar la corona de adviento en nuestras casas diciendo eso no es bíblico, sino que es algo heredado del paganismo y por tanto nos estamos paganizando. Mi respuesta es: Si San Pablo se hizo judío para ganarse a los judíos (1Cor 9,20-22), la Iglesia de igual manera para evangelizar al mundo a veces ha tenido que usar elementos paganos y darles un sentido totalmente cristiano.

·         Hojas de árboles y arbustos perennes: Los pinos, acebos, tejos son todos plantas cuyas hojas son perennes, esto es soportan el frio no se caen, permanecen para siempre en el árbol. Estas hojas representan la Inmortalidad y la vida eterna, la cual es Cristo mismo: Vida (Juan 11,25 , Juan 1,4 y Juan 14,6). La inmortalidad (1Timoteo 6,16 y 1Tim 1,17). Pero también significa que nosotros gracias a la venida gloriosa de Cristo adquiriremos inmortalidad y vida eterna (1Cor 15,53-54, Romanos 2,7 Juan 5,24 y Juan 6,40).
·         La corona es circular, ya que esto simboliza la eternidad de Dios, que no tiene principio ni fin, sino que es el alfa y el omega. La biblia es muy clara en esto: Dios es eterno (Romanos 16,26 , Apoc 1,8, Apoc 21,6 y Apoc 22,13).
·         Las cuatro velas simbolizan las cuatro semanas de adviento. Partiendo de la Idea de que Cristo es la Luz del mundo, y nosotros debemos ser luz para el mundo (Juan 8,12 y Mateo 5,14). De esta forma se han distribuido las velas en diferentes colores para que cada color le da un significado más bíblico y puro: Tres velas de color púrpura que nos recuerdan la oración, la penitencia y los sacrificios, el mismo Cristo fue vestido de púrpura en la pasión (Marcos 15,17 Juan 19,5). Finalmente la última vela es rosa, simboliza el "gaudete semper in Domino"  (Filipenses 4,4)  es decir, el Regocijo en el Señor, es el Domingo de regocijo, de espera ansiosa y alegre la llegada del Señor. El rosa representa esta alegría. Los cristianos debemos estar siempre Alegres (Salmo 69,5, Salmo 99,1-2), siempre con regocijo porque vino el Señor a salvarnos.


Por lo tanto hermanos de comunidad de los Salesianos Cooperadores habremos de empezar una de las etapas del año litúrgico más hermosas, “ El Adviento”. En esta etapa debemos preparar nuestro corazón y nuestra mente para la venida del Señor. Las Navidades no son fiestas de consumo y gastos, sino son un tiempo en el que debemos vivir humildes y sencillos pues el Rey de Reyes nació tan solo en un pesebre. Por ello, este tiempo debe hacernos más espirituales y no al contrario. Así lo enseña la Escritura:
 
         “Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón”.  Mateo 6:21
 
¿Cuál es  tu tesoro? Esta pregunta nos la deberíamos hacer todos, y seguramente nuestra respuesta sería: las cosas materiales como dinero, familia, bienes, casas etc. Sin embargo, nuestro tesoro debe ser nuestra fe puesta en Cristo, y en este tiempo una gran luz está a punto de nacer, por lo que esta luz debe iluminarnos a seguir el camino correcto. Así que Pueblo de Dios, prepara tu corazón para recibir la LUZ DEL MUNDO.

Referencias 
 -  ACI-PRENSA
 -  FUNDACIÓN ALETEIA 
 -  CATHOLIC. NET 
 -  CALENDARIO LITÚRGICO 
 -  PORTAL DE LA PASTORAL JUVENIL REPÚBLICA. DOMINICANA 




miércoles, 15 de agosto de 2018

LA SANTIDAD TAMBIÉN PARA TI

Hermanos de comunidad les hago llegar la explicación de los 9 puntos del aguinaldo 2019, "PARA QUE MI ALEGRIA ESTE EN VOSOTROS"(Jn: 15,11), escrita por nuestro Rector Mayor P. Angel Fernandez Artime SDB, espero pueda ayudar en la reflexión diaria en nuestras vidas como instrumentos del reino de Dios.

LA SANTIDAD TAMBIÉN PARA TI


I. Dios llama a la santidad.
Es evidente que el papa Francisco quiere centrar la atención de su exhortación sobre lo que es esencial en nuestra vida cristiana, ayudándonos a tener una visión amplia, sin caer en la tentación de perder el horizonte. Por esta razón, el Papa trata de ayudarnos dirigiendo una llamada a la santidad encarnada en el contexto actual, con los riesgos, los desafíos y las oportunidades que Dios ofrece en el camino de la vida, para que “mi alegría esté en vosotros” (Jn15,11) .
La Sagrada Escritura nos invita a ser santos: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt5,48), y “sed santos, porque yo, el Señor, soy santo” (Lev11,44).
La santidad es un don, un mandato y una tarea. La santidad es para todos porque corresponde al plan fundamental de Dios sobre nosotros. Ser santos no es enajenarse de uno mismo o alejarse de los propios hermanos, sino vivir uno mismo en una intensa (y a veces difícil) experiencia de comunión.
Un Dios cercano que se revela en Cristo: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5); “Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn13, 15).
La santidad no es una teoría de la perfección moral, sino una vida conforme con la de Jesús. Algunas características de la vida de Jesús cercanas, concretas, bellas, apasionantes para cada uno, en las que tal vez la gente nunca piensa o piensa poco.
II. Una llamada a la santidad para todos
A lo largo de los siglos, muchos hombres y mujeres han vivido la santidad, pero solo unos pocos han sido declarados santos. Hay muchos ejemplos.
Lo importante es ser santos, no ser declarados como tales. Los santos canonizados representan la fachada de una iglesia; pero la iglesia contiene muchos tesoros preciosos en su interior que, sin embargo, permanecen invisibles. Esta parte interna, pero menos visible, es la que el Aguinaldo quiere invitar a descubrir y a hacer despertar la sed y la nostalgia.
La “santidad de la puerta de al lado” y la llamada universal a la santidad: san Francisco de Sales, Don Bosco; el Concilio Vaticano II; Jan Tyranowski y Karol Wojtyłaen la escuela de Don Bosco.
III. Don Bosco quiere que sus jóvenes sean felices en el tiempo y en la eternidad.
Al comienzo de su Carta de Roma, del 10 de mayo de 1884, Don Bosco escribió a sus jóvenes: “Uno solo es mi deseo, el de veros felices en el tiempo y en la eternidad”.
Al final de su vida terrena, estas palabras condensan el corazón de su mensaje a los jóvenes de todas las épocas y del mundo entero. Ser felices, como meta soñada por cada joven, hoy, mañana, a lo largo del tiempo. Pero no solo. En la eternidad está ese plus que solo Jesús y su propuesta de felicidad, la santidad precisamente, sabe ofrecer. Es la respuesta a la sed profunda de ‘para siempre’ que arde en cada joven.
El mundo, las sociedades de todas las naciones, ni siquiera pueden proponer ni ese ‘para siempre’ ni la felicidad eterna. Dios, sí.
Para Don Bosco todo esto estaba clarísimo. Sus últimas palabras a los jóvenes fueron: “Decid a mis muchachos que los espero a todos en el paraíso”. Por esto, el ‘Da mihi animas, coetera tolle’. 
IV. Jesús es la felicidad que ustedes, queridos jóvenes, buscan.  
Este fue el gran desafío de san Juan Pablo II en la Vigilia de oración de la XV Jornada Mundial de la Juventud (JMJ, el año 2000, en Roma Tor Vergata) cuando dice a los jóvenes del mundo: “En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejaros atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometeros con humildad y perseverancia para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna”.
 V. “Siento en mí un deseo y una necesidad de hacerme santo” (Domingo Savio) 
Notas salesianas sobre la santidad:
  • En las Constituciones de los SDB, FMA, en el PVA de los SS.CC, y muchos grupos de la Familia Salesiana.
  • Diferentes llamadas en el Magisterio de la Congregación (SDB) a la santidad.
  • Algunos puntos sobre los cuales la espiritualidad salesiana puede decir mucho:
  1. La santidad es florecimiento de lo humano. Donde está el santo, se ve al hombre y a la mujer. (Cf. Don Rinaldi pide a las VDB que sean verdaderas mujeres, con un toque femenino, etc.)
  2. Santidad y comunidad: ser santos juntos.
  3. Santos-con: santos para los jóvenes, pero sobre todo santos con los jóvenes. En cierto modo, es bastante lógico que Domingo Savio sea el primer canonizado después de Don Bosco, es decir, los frutos de la santidad de los Salesianos son los jóvenes santos, y la santidad de los jóvenes es casi el indicador retroactivo de la santidad de los miembros nuestra Familia Salesiana.
  4. Santidad y familias heridas; santidad y límites personales (Francesco Convertini, Ignác Stuchlý, etc.); santidad de los límites biográficos, históricos, sociales… No existe ninguna condición personal, biográfica, histórica que sea impedimento para la santidad.
  5. La santidad juvenil… jóvenes santos y juventud de los santos (Cf. n. 214 de la Instrumentum Laboris del próximo Sínodo).
 VI. La santidad vivida en el carisma salesiano  
El mensaje de la santidad en proceso de reconocimiento ayuda a releer e integrar el carisma salesiano.
  •  Dimensión misionera: misioneros en sentido estricto; misioneros “de vuelta” a su país (Stuchlý); personas que habían sido propuestas para ser en misioneros, pero que eligieron quedarse (Zeman) …
  • Santidad de los salesianos obispos
  • Santidad con una tonalidad mariana explícita (muchas bellas figuras de FMA, y también T. Zeman, Stuchlý, Lustosa, etc.)
  • Santidad con un carisma fundacional…
  • La santidad de los salesianos coadjutores (Zatti, Srugi, Sandor, etc.)
  • El mensaje de los mártires en los años anteriores y posteriores al bicentenario (Sandor, Zeman, padre Rodolfo y Bororo Simao, Comini …)
  • Dimensión oblativo-víctimal como encarnación del “caetera tolle”. Augusto Czartoryski, Andrea Beltrami, Luigi Variara, Ana María Lozano, Laura Vicuña, Alexandrina Maria da Costa, etc. Esta dimensión se expresa de muchas maneras:
    1. Sufrimiento físico, inmovilidad forzada
    2. Separación o alejamiento de dinámicas comunitarias
    3. La incomprensión de los superiores (Variara, Zeman, Della Torre, etc.)
    4. La imposibilidad de poner en práctica sus propios proyectos por restricciones externas (Vicuña, Lozano…) o de salud (Zatti, etc.)
    5. El legado sufrido de las propias familias de origen (Laura Vicuña, Braga, Stuchlý que pierde a su padre dramáticamente, etc.)
    6. La participación explícita y la conformación a los sufrimientos de Cristo (Alexandrina, Vera Grita, etc.)ü  Santidad salesiana y contemplación…
 VII. ¿Qué quiere decir: “La santidad también para ti”?  
Es una cosa cercana, real, concreta, posible. De hecho, es la vocación fundamental.
Ser santos no es difícil, de hecho es fácil y Dios nos espera en el cielo después de nuestro camino de santidad. “Lo dicho hasta ahora no implica un espíritu apocado, tristón, agriado, melancólico, o un bajo perfil sin energía. El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor” (Gaudete et exsultate, 122).
El camino de la santidad no puede eludir la dimensión de la cruz, pero también está lleno de alegría: “aquí hacemos consistir la santidad en estar muy alegres”.
La santidad no nos aleja de nuestros propios deberes, intereses, afectos. Pero los asume en la caridad. La santidad es la perfección de la caridad y, por tanto, responde a la necesidad fundamental del hombre: ser amado y amar. Cuanto más santo, más humano porque “no es que la vida tenga una misión, sino que es misión” (Gaudete et exsultate, 27).
La santidad no es un ‘plus’ facultativo ni un objetivo solo para algunos. Es la vida plena, según el proyecto y el don de Dios. Por tanto, es un camino de humanización. La verdadera vida espiritual es el florecimiento de lo humano. “Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor. De este modo, todos los momentos serán escalones en nuestro camino de santificación”(Gaudete et exsultate, 31)
La santidad es un deber (es decir, una vocación, una responsabilidad, un compromiso), pero sobre todo un don. La santidad es la participación en la vida de Dios, no una perfección entendida de una manera moral y que presume de lograrla con las propias fuerzas, ni, por otro lado, un objetivo accesible únicamente para los  “mejores” en el sentido de los “más preparados”. Es, ante todo, un acoger, recurriendo a los instrumentos de la Iglesia, incluida una sólida vida sacramental y piedad.
Juntos, es más fácil. Santidad y caminar juntos y experiencia de comunión. Esto es hermoso y al mismo tiempo exigente.
VIII. ¿Algunos posibles indicadores de santidad? Algunos dinamismos para ayudar a los jóvenes y a todos nosotros en este camino 
El fruto del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. La santidad no es pelea, contención, envidia, división, prisa. “La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia” (Gaudete et exsultate, 34).
Las virtudes: no solo rechazar el mal y aferrarse al bien, sino apasionarse por el bien, hacer bien el bien, todo el bien… “nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión” (Gaudete et exsultate, 26).
La Comunión: la santidad se experimenta juntos y se consigue juntos. Los santos siempre están juntos (incluso integrando el componente masculino y femenino). Donde hay uno, siempre encontramos muchos otros. ü  Por ejemplo: Don Cafasso, Don Bosco, Madre Mazzarello, Rosmini, marqueses de Barolo, don Guanella, don Rua, María Romero Meneses, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá, jóvenes mártires de Poznań, Zatti, Czartoryski, Beltrami, Stuchlý, Zeman, Braga… y muchos otros.ü  La santidad del cotidiano hace florecer la comunión y es un generador “relacional”.
La creatividad y la inventiva del Espíritu. La santidad nunca es repetitiva: de Don Bosco han florecido 31 grupos de la Familia Salesiana y otros en el proceso de reconocimiento, y que, a veces, han sido capaces de expresar sensibilidades muy diferentes entre ellos, aunque convergentes en la raíz. Imitar a los santos no significa copiarlos.
La comunión eclesial. Nadie es “de Pablo, de Cefas, de Bernabé”, sino que todos “somos de Cristo y Cristo es de Dios”. Ser Familia Salesiana no significa absolutizar el mensaje de Don Bosco, sino valorizarlo insertándolo en el conjunto de la Iglesia. Algunas cosas no se pueden pedir a Don Bosco, porque Dios las ha dado a la Iglesia a través de otros. Y, por tanto, se le pedirá a otros santos no salesianos, y a otras tradiciones espirituales de la Iglesia. Esto no significa ser menos Salesianos, sino creyentes enamorados de la Iglesia en la variedad de sus carismas, y conscientes de formar parte de ella a partir de la propia especificidad. El propio Don Bosco recurrió a esta pluralidad y polifonía de santidad que le precedió: Ignacio de Loyola y Felipe Neri, por ejemplo, no solo Francisco de Sales, etc. Esta transversalidad también está presente en las figuras de nuestra santidad: Ignazio Stuchlý era cercano a los jesuitas; Vandor inicialmente se orientó por los franciscanos. Vendrame vivió en el campo de prisioneros una intensa experiencia de fraternidad con los carmelitas y fue un gran devoto de Santa Teresita de Jesús.
La fama de santidad y de signos, entendida como un eco persistente de la belleza de una vida, de su fragancia evangélica, de la riqueza de su mensaje. Los efectos son siempre desproporcionados a las causas aparentes. Por tanto, incluso en la “santidad ordinaria de la puerta de al lado”, es importante valorar los vínculos que son generadores de bien, de relaciones y amistades, de alegría.
IX. ¿Caminos de santidad hoy?
“No debemos poner en la santidad más perfección de la que realmente tiene” (Adrienne von Speyr). Es decir: heroicidad cristiana no es heroísmo, perfección cristiana no es perfeccionismo del superhéroe.
abemos que algunos son santos, pero nunca uno sea más santo que otro. Solo Dios conoce los corazones. Hay una belleza en cada cosa. Hay muchos caminos para llegar al cielo. No se debe pedir a una persona lo que no puede y no debe dar. Decirlo es alentador, sanador. De lo contrario, muchos se convencerán de que no pueden ser santos, porque nunca conseguirán serlo como algunos santos que les han propuesto como modelos.
Por tanto: incluso los “formatos pequeños” (Adrienne von Speyr) pueden, a su manera, ser perfectos. ü  Es decir: la santidad nunca es desalentadora. No tengas miedo a la santidad. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas” (Jn 14,2). El Paraíso es como un jardín: está la humilde violeta o el sublime lirio y la rosa.
Cada santo es una palabra de Dios encarnada. No hay dos santos iguales. Imitar a los santos no es copiarlos. Cada uno necesita sus propios tiempos y tiene su camino. ü  ¿Qué palabra de Dios soy? ü  ¿A qué me llama esto? ü  ¿Qué palabra de Dios intuyo que “sea” el joven que tengo al lado? ¿Cómo ayudarlo a comprenderla y a vivirla?
La santidad también se mide por la categoría de fecundidad, pero no por el eficientismo de rendimientos al que estamos acostumbrados hoy.
La santidad es responsabilizante. Hay algo que solo TÚ puedes hacer. – “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5).
La experiencia de una sana dependencia. El camino de la santidad es compromiso, pero nunca autosuficiencia. Se vive juntos y genera comunión. ¡Santos sí, pero santos juntos! Ante todo, los santos son la obra maestra de Dios.
Santidad es dejar una señal y vivir la  fecunda dependencia de las relaciones.
  
Ángel Fernández Artime, sdb
Rector Mayor

viernes, 10 de agosto de 2018

AGUINALDO 2019

Para que mi alegría esté en vosotros (Jn 15,11).
 "LA SANTIDAD TAMBIÉN PARA TI"

El Rector Mayor, P. Ángel Fernández Artime, presentó, el Aguinaldo 2019. Ha recalcado que si bien es una tarea del Rector Mayor preparar y presentar el texto cada año, este Aguinaldo es fruto de un diálogo en la Consulta de la Familia Salesiana, que por fortuna y por gracia tiene tanto que ver con este momento eclesial del Sínodo e incluso con la llamada final que el documento del Sínodo hace al tema de la santidad. El título que acompaña el camino para el 2019 es: “Para que mi alegría esté en vosotros (Jn 15,11) LA SANTIDAD TAMBIÉN PARA TI”.
El documento que ha sido presentado al mundo salesiano tiene nueve puntos que desarrolla el Rector Mayor. En el Capítulo VII insiste en una realidad esencial sobre la santidad y lo hace con una pregunta: “¿Qué quiere decir: La santidad también para ti?”. Es una tema apasionante que ofrece la pregunta y más apasionante la respuesta de cada uno de los integrantes de la Familia Salesiana. “La santidad no es un ‘plus’ facultativo ni un objetivo solo para algunos. Es la vida plena, según el proyecto y el don de Dios. Por tanto, es un camino de humanización”, enfatiza.
Esa santidad cotidiana se ha hecho realidad en la santidad vivida en el carisma salesiano. El Sucesor de Don Bosco nos invita a no olvidar que a lo largo de la historia la santidad salesiana se ha hecho visible con nombres propios: Zeman, Stuchlý, Lustosa, Zatti, Srugi, Sandor, padre Rodolfo y Simao Bororo, Comini, Ana María Lozano, Laura Vicuña, Alexandrina Maria da Costa, entre muchos otros y otras.
El P. Ángel Fernández Artime manifiesta que la presentación del Aguinaldo 2019 “es una oportunidad magnífica de estar en sintonía con la llamada que el Santo Padre hace en la Exhortación Apostólica ‘Gaudete et exsultate’ y que tiene tanto que ver con nuestro carisma salesiano. Don Bosco fue el gran maestro y con una capacidad de suscitar en sus muchachos y acompañar a sus muchachos por caminos de santidad cotidiana”.
“Lo importante es ser santos, no ser declarados como tales. – Enfatiza el Rector Mayor – Los santos canonizados representan la fachada de una iglesia; pero la iglesia contiene muchos tesoros preciosos en su interior que, sin embargo, permanecen invisibles”.  
Fuente:ANS


jueves, 5 de octubre de 2017

LA ACTITUD DE JESÚS ANTE LAS COMIDAS

Ensayo escrito por: Iván Castro Aruzamen

El Reino de Dios fue el centro de la predicación de Jesús. Quizá en boca de un maestro judío como Jesús, podría haberse esperado que hablara de Dios o su propia persona y hasta poner cierto énfasis en la explicación de la ley. Pero no. Jesús anuncia el Reino de Dios (Mc 1, 15; Mt 12, 28; Lc 17, 20). Esta afirmación de la presencia del Reino Dios, queda claro, que está teniendo lugar en la persona de Jesús y su actuación. Esta actuación de Jesús muestra cómo Dios está presente de una manera nueva. No hay duda de que un elemento central de la predicación del reino por Jesús, es su actitud ante las comidas con las distintas personas y contextos en los que él está presente. Por esa razón, la imagen más cercana al reino es la de un banquete (Mt 8, 11-12; 22, 1-4; Lc 14, 15-24).
Jesús y las comidas es un tema recurrente en los escritos del NT. Pero, de una manera particular aparece en el evangelio de Lucas. Pues, Jesús come en contextos diversos y con comensales diferentes. Unas veces es invitado y otras anfitrión. Si bien, como dice Lévi-Strauss de que «el comer es el alma de toda cultura», pues esto conlleva una serie de normas que cumplen una función central en toda sociedad; por tanto, hoy deberíamos cuestionarnos qué¸ dónde y cómo comen los pobres. Y asimismo los ricos. Como aparece en el evangelio de Lucas, Jesús se sienta a comer con tres grupos claramente diferenciados: pecadores y publicanos, fariseos y sus discípulos.
Para Jesús, el hecho de comer con pecadores y publicanos, en primer lugar, provocó reacciones escandalizadas y extrañadas, porque esta actitud cuestionaba la pureza, norma que cohesionaba toda una cultura. En el banquete en casa de Leví (Lc 5, 27-35), la conversación gira en torno al problema de con quien se puede comer y cuando hay que ayunar y el lugar para hacerlo. Aquí, Lucas, resalta la importancia de la transgresión de la norma de parte de Jesús y la comunidad cristiana, que manifestaba su carácter inclusivo.
Lucas presenta tres escenas en la que Jesús entra a comer en casa de un fariseo (Lc 7, 36; 11, 37; 14, 1). En todas se desarrolla una conversación de sobremesa; Jesús se muestra polémico con su anfitrión y sus invitados. Aparece en esta sección uno de los textos más bellos del evangelio: Jesús y la pecadora, en el banquete en casa del fariseo Simón (7, 36-50). En este pasaje Jesús es visto como un maestro y profeta; pero, el momento en que se deja tocar por la mujer pecadora, rompe las normas de pureza que mantiene a flote las relaciones sociales. En la perícopa (Lc 11,  37-54) Jesús muestra el camino que lleva de la pureza ritual a la solidaridad social. Es decir, se da un paso fundamental de la preocupación por lo exterior hacia la moral.
En las comidas con sus discípulos, la enseñanza de Jesús, subvierte los valores establecidos de su sociedad por los del Reino. Aparece, sobre todo, como una invitación a seguir un estilo de vida, la vida del maestro. Este es el momento más importante, íntimo y difícil, de la enseñanza de Jesús. En la cena de despedida (Lc 22, 14-38), Jesús revela de manera expresa, que es la última vez que come y bebe con sus amigos antes de su muerte, al mismo tiempo remite al banquete escatológico: el Reino. Esta enseñanza de Jesús hacia sus discípulos es absolutamente radical: deben ser servidores a pesar de ocupar un lugar de honor. Finalmente, la comida en Emaús (Lc 24, 13-35); en este pasaje, Jesús toma el lugar del forastero, el extraño, pero, que es reconocido por sus discípulos a través de la acogida. De este modo, quien es reconocido pasa de ser un extraño a ser huésped, y por tanto, anfitrión.
La frecuencia con la que Jesús se acercaba a comer y beber, establece la novedad de que compartir la mesa y comer juntos es participar de la vida en todo su esplendor. Por eso las escenas en las que Jesús se muestra compartiendo las comidas trasluce la presencia de Dios, un Dios humano, que promete un futuro mejor para toda la humanidad. Estamos llamados a compartir la mesa, la comida, sea mucha o poca, con todos, pero sobre todo con los que menos tienen. En un mundo como el nuestro, donde el hambre de millones de personas es un flagelo, no podemos pasar por alto, la pregunta de qué, dónde y cómo comen los pobres. Dios está presente en la mesa compartida del pobre.


jueves, 10 de agosto de 2017

FIDELIDAD DEL SALESIANO COOPERADOR

En realidad este es un tema de formación muy importante para todos, puesto que seguimos el mismo objetivo.
1. PUNTO DE PARTIDA
Don Bosco, en su Estatuto para los Salesianos Cooperadores de 1876, escribe: “Nosotros los cristianos debemos unirnos en estos tiempos difíciles y promover el espíritu de oración y caridad, con todos los medios que nos da la religión, para remover, o al menos, mitigar, los males que ponen en peligro las buenas costumbres de la juventud,…“. En lugar de proponer la perfección cristiana en el ejercicio de la piedad, “…aquí se tiene como fin principal la caridad con el prójimo y especialmente con la juventud en peligro”Entre las maneras de cooperar, “la caridad con los muchachos en peligro”. Estas palabras son parte de nuestro pasado. El proyecto definitivo de Don Bosco lo tituló el Papa Pío IX de la siguiente manera: Cooperadores salesianos, o un medio práctico para favorecer las buenas costumbres y hacerse útil a la sociedad. Muchos años han pasado, muchos también los cooperadores que han crecido con estas palabras e ideas de Don Bosco; demasiados jóvenes en peligro aparecen hoy en nuestras ciudades y pueblos; hijos no de las revoluciones industriales, la orfandad y de la explotación, sino de la pérdida de valores, de la desintegración o desestructuración familiar, del abandono y el maltrato, de la incultura y la indiferencia, de la desmotivación y el relativismo, de la delincuencia, paro o drogadicción, de la falta de sentido en la vida, hijos también del sueño de la inmigración. Han cambiado el contexto y las formas de explotación, pero los problemas siguen presentes. Es el rostro de la juventud truncada o abandonada a su suerte el que se repite, o a lo mejor continúa. 
Don Bosco se apoyaba en sus sueños proféticos para entusiasmarse y entusiasmar en la conquista de un futuro mejor para sus jóvenes. No obstante, Don Bosco no es un soñador en abstracto, sino que, con los pies bien asentados en su mundo, sabe encontrar los resortes adecuados para hacer realidad sus sueños. Confiado en la Providencia no cesa de trabajar por la realización de su proyecto. Don Bosco sabía bien que el mañana se construye desde lo que somos y hacemos hoy. Por tanto, son estos dos rasgos que debemos cultivar en nuestra vida: sueño y realismo.
“Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y de valentía que nos ayuda a reforzar nuestra fe” (TMA 33). Por ello, Juan Pablo II propone a la Iglesia un “serio examen de conciencia” para analizar cuáles son las responsabilidades de los cristianos en los males de nuestro tiempo: la indiferencia religiosa, el secularismo y el relativismo ético (que a veces también salpica a los cristianos), la desbordante irreligiosidad reforzada por la falta de testimonio y de celo apostólico de los cristianos… Este examen de conciencia ayudará a realizar un análisis de la realidad, de las necesidades y de nuestras responsabilidades en el mundo de hoy. Sólo desde la revisión del pasado y la voluntad puesta en el presente se puede augurar un futuro mejor.
Dicen los sociólogos que estamos inmersos en la cultura de la postmodernidad. Esto es, una época en la que no se aceptan valores ni instituciones al margen de su origen, su evolución o los intereses que van debajo. De una manera especial, los jóvenes abanderan esta corriente. Se habla de crisis de valores, y es verdad, los valores están en crisis, etimológicamente, en cambio. Inmersos en esta cultura, los jóvenes, que están en el centro de nuestras miras apostólicas, van creciendo en un mundo que va planteando nuevos problemas y ante los que hay que estar alerta.
En este sentido, los cooperadores salesianos hemos evolucionado a partir del Concilio Vaticano II, y vamos modelándonos en la Familia Salesiana, Iglesia y Sociedad desde una nueva concepción del “laico”. Quizás debamos “modelar” también nuestra sensibilidad y el sentido de urgencia de cara a este sector juvenil de nuestros destinatarios preferentes.
2. UN RETO FUNDAMENTAL: FIDELIDAD
En los comienzos de este Tercer Milenio el reto que se nos plantea a los cooperadores no es nuevo, el reto esencial de nuestra vocación es la fidelidad. El PVA se encarga de recordarlo en diferentes ocasiones. Cuando hacemos la Promesa nos estamos comprometiendo para toda la vida. Nuestra respuesta puntual se traduce en una voluntad de fidelidad que “dura toda la vida” (PVA 30.1). Esta decisión como otras que adoptamos en nuestra vida y que sabemos que nos ligarán para siempre, se encuentra hoy con una doble cara:
  • La libertad que ejercemos a la hora de dar ese paso, la libertad como expresión máxima de fidelidad. El cooperador acepta vivir un proyecto evangélico desde una opción personal y libre.
  • La otra cara de esta fidelidad nos recuerda el dicho atribuido a un filósofo de la antigua Grecia, Heráclito, y que dice así: todo fluye, todo cambia, nada dura eternamente. “Por eso no podemos descender dos veces al mismo río, pues cuando desciendo a un río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos”. Esta máxima se convierte en una necesidad que aleja lo perpetuo, que asegura la novedad y el cambio. Este sentimiento se va colando subrepticiamente en nuestros planteamientos. Observamos cómo los matrimonios se rompen, cómo el número de empleos indefinidos es mínimo en comparación con los trabajos temporales… Se va difuminando ese antiguo valor de la perdurabilidad, del para siempre.
La fidelidad, no obstante, debe ser capaz de adaptarse al juego de la vida, de acomodarse a ese cambio continuo del devenir histórico. Es preciso renovar esa fidelidad de manera que no quede anquilosada, que no quede colgada en unos parámetros pasados y se haga estéril con el tiempo. La fidelidad no es inmovilista, es creativa y sabe adaptarse a los cambios que se producen en la vida personal y en la realidad circundante. El sí firme es capaz de cambiar, es un sí dinámico. Se trata de un dinamismo que tiene presente cuatros aspectos fundamentales:
1. Los signos de los tiempos. Cada época demanda determinadas respuestas a las que hay que estar atentos y ante las que conviene ser ágiles. No podemos por ello juzgar la fidelidad en abstracto, sin tener en cuenta el contexto y la situación. Miremos hacia atrás y analicemos a un cooperador de 1880. La vocación es la misma, la misión idéntica, el espíritu uno…, sin embargo, somos distintos. Ni ellos eran más fieles que nosotros, ni nosotros mejores. Si queremos, podemos hacer ese análisis tomando fechas más cercanas o cambiando simplemente puntos geográficos. Qué duda cabe que la realidad de un cooperador en Venezuela o en Togo es bien distinta a la nuestra, y que por tanto su acción también. Y podríamos seguir en esta línea atendiendo las diferentes situaciones personales: la edad, la formación, las situaciones familiares, la realidad laboral. La fidelidad tiene una traducción personalizada, adaptada a la Historia (con mayúscula) y a la historia (con minúscula) personal de cada uno. Por este motivo hay que estar en continua tensión y con los ojos bien abiertos ante los cambios que se producen y discernir las respuestas que desde nuestra vocación debemos dar en cada momento.
2. El Evangelio. La Palabra de Dios como escuela de vida, como camino de perfección. La lectura, reflexión, oración y vida del Evangelio verifican la fidelidad de las opciones tomadas. El Evangelio es el punto de referencia obligado, punto de partida y llegada, de programación y revisión de vida. Nuestra fidelidad personal se contextualiza en el marco del Evangelio.
3. La Iglesia que cambia, que se esfuerza por interpretar también los signos de los tiempos. La Iglesia que se mueve en un momento difícil, un momento en que su imagen es atacada desde los medios de comunicación y otros sectores. Nos movemos en los estrechos límites de la conjugación de las nuevas tendencias y sensibilidades de un mundo secularizado con la postura tradicional del magisterio de la Iglesia.
4. El carisma fundacional, las fuentes salesianas de las que bebemos y que marcan líneas concretas y específicas para llevar el Evangelio, desde la Iglesia a la vida.
2.1. FIDELIDAD ¿A QUIÉN?
Estamos hablando de fidelidad a una vocación un poco en abstracto. La fidelidad a un proyecto concreto que se plasma en ese librito verde que está siempre cerca de nosotros. Pero nuestra fidelidad trasciende un simple proyecto, una serie de artículos o una idea. Más que el objeto impersonal de nuestra fidelidad, la pregunta debería reformularse de la siguiente manera: ¿A quién somos fieles?
1. En primer lugar fieles a Dios Padre porque es Él quien nos ha llamado, porque es Él quien ha dado el primer paso, quien ha salido a nuestro encuentro y nos ha dicho “Id también vosotros a mi viña” (Mt 20, 3-4) y cuya fidelidad es indeleble a pesar de nosotros mismos. Fieles a Cristo, su Hijo, camino, verdad y vida; fieles a su mensaje y anuncio; fieles porque Él fue fiel hasta el final; fieles por coherencia con nuestra identidad cristiana. Fieles al Espíritu Santo que nos acompaña, sostiene e ilumina.
2. Fieles a uno mismo porque nadie dijo por nosotros el sí de la Promesa, porque la opción adoptada es nuestra opción. Un día dimos nuestra palabra, tras una seria preparación, y haciendo uso de nuestra libertad personal. La coherencia nos liga, nos exige esta fidelidad.
3. Fieles a los hermanos y hermanas cooperadores porque compartimos una misma vocación, porque nos han apoyado y acompañado en el camino de discernimiento y que además en ellos expresamos nuestra fidelidad a la comunidad eclesial en comunión de Iglesia.
4. Finalmente, y no por ello menos importante, fieles a los destinatarios preferentes: los jóvenes y las clases populares. La infidelidad a nuestra vocación significaría sustraer una vez más a los más desfavorecidos de nuestra sociedad algo que legítimamente les corresponde, algo que le regala en nosotros el Padre bueno.
El momento de la Promesa se convierte en la expresión comunitaria de un compromiso de fidelidad, un compromiso público, compartido, y aceptado por Dios y por la Iglesia.
2.2. FIDELIDAD ¿DÓNDE?
Hoy nuestro mundo demanda una nueva evangelización y la Iglesia invita a participar a todos los cristianos en esta misión urgente en estos momentos de indiferencia religiosa, secularismo, relativismo ético y desbordante irreligiosidad provocada en ocasiones por la falta de testimonio de los cristianos, como denuncia Juan Pablo II en la Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente.
Esta nueva evangelización no puede llevarse a cabo de puntillas sobre una sociedad que no nos satisface plenamente. El misterio de la Encarnación nos desvela de nuevo la dinámica de la salvación, y nos estimula en la conjugación de fe y cultura tan necesaria y tan disociada hoy día. Recogemos también en nuestro Primer Mundo la inculturación como una necesidad. Sólo el conocimiento de nuestra cultura, que nos rodea, y su asunción desde un espíritu crítico nos puede legitimar en nuestro anuncio y misión. Nos sitúa en un mismo nivel de diálogo, de tú a tú, con los jóvenes del mundo y con los hombres y mujeres todos.
Ante la postmodernidad, hay determinados sectores conservadores o progresistas (nostálgicos del 68) que critican y se lamentan de lo que parece una realidad, y es que la juventud de nuestros días se separa cada vez más de los ideales y las directrices que las generaciones anteriores habían soñado y marcado. Se denuncia una crisis de valores. Tal vez tendríamos que hablar de cambio de valores para evitar las connotaciones negativas de la palabra crisis. Asistimos al derrumbamiento de la idea tradicional: los valores y los llamados “contravalores” son parejas enfrentadas. Hoy estamos en el mundo del mestizaje, las distinciones no están claras:
  • Junto al valor del pasado, de la tradición se sitúa el presente, el carpe diem. También el presente frente a las expectativas, el futuro y los proyectos.
  • Lo relativo convive con lo absoluto.
  • La diversidad se asocia a la unidad.
  • El yo, la subjetividad, el parecer personal o los sentimientos propios prevalecen a lo objetivo, a lo científicamente demostrable (según en qué ámbitos).
  • La estética, la imagen, moda y diseño, la belleza de la forma adornan la ética, el
  • contenido, el fondo.
  • El humor se mezcla con la formalidad.
  • Lo efímero junto a lo eterno, al para siempre.
  • Lo “light” adereza lo fuerte.
  • El placer, lo fácil se une al esfuerzo, el trabajo y la lucha.
Si cada uno se analiza en relación a esta escala, probablemente se sorprenda comulgando con alguno de estos postulados, si no en los aspectos esenciales de la vida, sí, tal vez, en lo cotidiano o banal.
En esta corriente cultural que cobra adeptos desde la música, el cine, la televisión, la publicidad, etc., la fragmentación de la realidad se presenta como el gran enemigo de una concepción unitaria de la persona. La vida a la carta, la elección de rol o de actitudes según la situación presente es el enemigo fundamental de la coherencia entre fe y vida. Los diversos ámbitos en los que vivimos nuestra polifacética vida pueden hacer que vivamos descentrados y sin darnos cuenta de las contradicciones en que incurrimos.
Sin embargo, sería de ingenuos pensar que todo lo que plantea esta nueva forma de vida es moralmente malo. Una postura madura y fiel a los signos de los tiempos se encaminaría a tomar los aspectos positivos que tiene. Cada una de las visiones señaladas puede ser explotada en positivo. No olvidemos que también valen, que también son valores. Esto es estar en el mundo. Esto es ser laico: conocer, asumir y transformar…
Este contexto nos lleva al siguiente punto. Hemos visto el a qué y el a quién de nuestra fidelidad. Lo expuesto anteriormente nos conduce al dónde, es decir, a los ámbitos en los que se nos exige fidelidad.
2.3. FIEL AL ESPÍRITU SALESIANO SEGLAR
La exigencia de fidelidad a nuestra vocación la recibimos de diversos ámbitos, como niveles de una misma realidad. Expresamos nuestra fidelidad en la sociedad, dentro de la sociedad en la Iglesia, dentro de la Iglesia en la Familia Salesiana y en nuestra Asociación, como círculos concéntricos.
No obstante, y antes de adentrarnos en esos niveles, nos detenemos en lo que pensamos que es el punto de partida y el resumen de esta fidelidad. Esto hay que buscarlo en nuestra vocación, aquello a lo que hemos sido llamados: vivir el ser bautizado como laico salesiano. Esto es, ser fiel a la espiritualidad laical salesiana. La espiritualidad laical salesiana tiñe toda la realidad del cooperador, condiciona toda su vida. La vivencia enraizada de la espiritualidad laical salesiana nos obliga a ser fieles a la sociedad, a la Iglesia y a la Asociación. Es la fidelidad al propio Espíritu Salesiano conjugado con los valores seculares que vivimos vocacionadamente.
2.3.1. ESPIRITUALIDAD
Ahora bien, estamos de acuerdo con lo que queremos decir cuando hablamos de espiritualidad laical salesiana. El primer estadio al que debemos acercarnos y que es común a todos los bautizados es el de la espiritualidad cristiana. Cuando hablamos de espiritualidad nos referimos a la manera que tenemos los cristianos de enfrentarnos a la vida, de mantener nuestra relación con Dios y con las personas que nos rodean, es el conjunto de actitudes que adoptamos cada día. Este conjunto de actitudes no es arbitrario, ni responde al capricho o a los intereses de cada uno. En el marco de las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-13) encontramos el programa de vida detallado, un proyecto que coloca la felicidad como objetivo principal y que marca un verdadero camino de santidad como recoge el Concilio Vaticano II (LG 40 ss). Y que refleja el último capítulo de nuestro PVA, resumiendo el objetivo principal de la asunción de dicho proyecto “Hacer salir del letargo a los cristianos y llevarlos a la santidad” (PVA 41). Y podemos añadir tomando las palabras del Comentario oficial “El espíritu de las bienaventuranzas señala una calidad de vida individual y colectiva, definida por el evangelio como feliz, porque genera serenidad profunda y auténtica alegría” (COPVA p.100 art. 8).
La sociedad actual conoce múltiples predicadores que anuncian la felicidad en determinados productos de consumo, despersonalizándola y reduciéndola a un objeto externo a la persona, que cuando se extingue el objeto desaparece simultáneamente la felicidad. La publicidad, las sectas, determinadas ideologías minan y sobornan nuestra necesidad vital de ser felices. Dios nos quiere santos y felices. Esa es la llamada de nuestro Padre y esa ha sido la preocupación humana patente en toda la historia.
2.3.2. LAICAL
La respuesta a la propia vocación desde la laicidad reivindica una definición positiva de nuestra identidad. El laico vive en el mundo y asume las realidades temporales, insertándose en ellas como fermento. El gran reto del laico lo constituye la búsqueda continua de Dios en las situaciones cotidianas, la conjugación de la fe y la vida como una integración natural. La búsqueda de Dios y el consiguiente encuentro con Él abarca los diferentes ámbitos existenciales del ser humano:
  • En el matrimonio siendo portador del amor de Dios hacia el cónyuge, en la familia, entre los amigos.
  • En las responsabilidades laborales, formándose adecuadamente, procurando la mayor competencia profesional, la búsqueda de trabajo, la lucha por unas condiciones laborales justas,
  • En la sociedad en general, influyendo en la cultura, la participación política activa, desde el voto reflexionado y coherente hasta la participación directa en algún programa de partido, las relaciones en el vecindario y asociaciones vecinales, la ciudadanía (“honrados ciudadanos”), la visión cristiana de la economía, el cuidado de la naturaleza y la sensibilización ante el deterioro al que se ve sometido por el progreso humano, el empleo generoso del tiempo libre, el buen uso e implicación en los medios de comunicación social, las respuestas a la marginación, el voluntariado y las ONG como canalizadores de fuerzas…
Detrás de la presencia del laico en cada uno de estos ámbitos de su existencia palpita la búsqueda incansable de Dios, el reconocimiento de Dios en el otro y la entrega gratuita por la construcción del Reino que no es más que el esfuerzo por cambiar la realidad, en una palabra, evangelizar, anunciar la buena noticia revelada por Jesús.
Sin duda, la coherencia de vida del laico se ve zancadilleada en múltiples ocasiones por una sociedad secularizada que, a menudo, ignora a Dios, y se ensaña, como en épocas pretéritas, con los que levantan la voz. ¿Dónde está Dios? ¿Qué falta hace hoy Dios? Y también es un reto vivir dentro de una Iglesia que está en tensión con la sociedad, criticada y ridiculizada. Y en ocasiones en tensión también con la propia visión crítica del laico que se mueve en una franja peligrosa de polémica, ignorancia voluntaria o deserción. La crítica constructiva desde el amor y el compromiso debe pugnar con otras tendencias más fáciles.
2.3.3. SALESIANA
Y este recorrido por nuestra espiritualidad se completa con el adjetivo que colorea todo lo anteriormente expuesto. Lo salesiano, la herencia de Don Bosco traducida a nuestra condición de vida, a nuestras circunstancias actuales y a este siglo en que vivimos. La herencia de Don Bosco tiene un denominador común sin distingos entre los que respiramos en clave salesiana (seamos religiosos o seglares): la caridad pastoral como núcleo central, dirigida de una manera muy especial hacia los jóvenes. No se entiende toda la acción salesiana sin este motor que bombea continuamente y que alienta cada paso. El amor de pastor, enseñado por Jesús e interpretado por Don Bosco (da mihi animas) activa otros elementos que definen nuestra espiritualidad en nuestra forma de actuar, de relacionarnos con los demás y de orar. La caridad pastoral es el instrumento que lleva el Amor de Dios a los jóvenes, con creatividad, optimismo y corazón oratoriano, con el apoyo del Espíritu y la solicitud maternal de María. Trabajo, trabajo y trabajo, riesgo e iniciativa, audacia y confianza en la providencia. En comunión de Iglesia y con el alimento continuo de la Palabra de Dios y el Pan de vida.
El capítulo IV del Proyecto de vida apostólica (y su Comentario oficial) ahonda en el significado y los contenidos de Espíritu Salesiano. También el artículo 3 de La carta de comunión en la Familia Salesiana de Don Bosco recoge los elementos que nos son comunes a los herederos del espíritu de Don Bosco y garantes de su irradiación en la sociedad y en la Iglesia del Tercer Milenio.
PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO EN GRUPOS
1. ¿Cuáles crees que son las razones por las que algunos hermanos abandonan hoy la Asociación?
2. ¿Qué dificultades encuentro en el día a día para permanecer fiel a mi vocación y a la Asociación de Cooperadores Salesianos?
3. ¿Qué elementos alimentan mi fidelidad?