Hermanos de comunidad les hago llegar la explicación de los 9 puntos del aguinaldo 2019, "PARA QUE MI ALEGRIA ESTE EN VOSOTROS"(Jn: 15,11), escrita por nuestro Rector Mayor P. Angel Fernandez Artime SDB, espero pueda ayudar en la reflexión diaria en nuestras vidas como instrumentos del reino de Dios.
LA SANTIDAD TAMBIÉN PARA TI
I. Dios llama a la santidad.
Es
evidente que el papa Francisco quiere centrar la atención de su exhortación
sobre lo que es esencial en nuestra vida cristiana, ayudándonos a tener una
visión amplia, sin caer en la tentación de perder el horizonte. Por esta razón,
el Papa trata de ayudarnos dirigiendo una llamada a la santidad encarnada en el
contexto actual, con los riesgos, los desafíos y las oportunidades que Dios
ofrece en el camino de la vida, para que “mi alegría esté en vosotros” (Jn15,11) .
La
Sagrada Escritura nos invita a ser santos: “Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto” (Mt5,48),
y “sed santos, porque yo, el Señor, soy santo” (Lev11,44).
La
santidad es un don, un mandato y una tarea. La santidad es para
todos porque corresponde al plan fundamental de Dios sobre
nosotros. Ser santos no es enajenarse de uno mismo o alejarse de los propios
hermanos, sino vivir
uno mismo en una intensa (y a veces difícil) experiencia de
comunión.
Un
Dios cercano que se revela en Cristo: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5);
“Os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también
lo hagáis” (Jn13,
15).
La
santidad no es una teoría de la perfección moral, sino una vida conforme con la
de Jesús. Algunas características de la vida de Jesús cercanas, concretas,
bellas, apasionantes para cada uno, en las que tal vez la gente nunca piensa o
piensa poco.
II. Una llamada a la santidad para todos
A
lo largo de los siglos, muchos hombres y mujeres han vivido la santidad, pero
solo unos pocos han sido declarados santos. Hay muchos ejemplos.
Lo
importante es ser santos, no ser declarados como tales. Los santos canonizados
representan la fachada de una iglesia; pero la iglesia contiene muchos tesoros
preciosos en su interior que, sin embargo, permanecen invisibles. Esta parte
interna, pero menos visible, es la que el Aguinaldo quiere invitar a descubrir
y a hacer despertar la sed y la nostalgia.
La
“santidad de la puerta de al lado” y la llamada universal a la santidad: san
Francisco de Sales, Don Bosco; el Concilio Vaticano II; Jan Tyranowski y Karol
Wojtyłaen la escuela de Don Bosco.
III. Don Bosco quiere que sus jóvenes sean felices en el tiempo y en la
eternidad.
Al
comienzo de su Carta de Roma, del 10 de mayo de 1884, Don Bosco escribió a sus
jóvenes: “Uno solo es mi deseo, el de veros felices en el tiempo y en la
eternidad”.
Al
final de su vida terrena, estas palabras condensan el corazón de su mensaje a
los jóvenes de todas las épocas y del mundo entero. Ser felices, como meta
soñada por cada joven, hoy, mañana, a lo largo del tiempo. Pero no solo. En la
eternidad está ese plus que solo Jesús y su propuesta de felicidad, la santidad
precisamente, sabe ofrecer. Es la respuesta a la sed profunda de ‘para siempre’
que arde en cada joven.
El
mundo, las sociedades de todas las naciones, ni siquiera pueden proponer ni ese
‘para siempre’ ni la felicidad eterna. Dios, sí.
Para
Don Bosco todo esto estaba clarísimo. Sus últimas palabras a los jóvenes
fueron: “Decid
a mis muchachos que los espero a todos en el paraíso”. Por
esto, el ‘Da mihi animas, coetera tolle’.
IV. Jesús es la felicidad que ustedes, queridos jóvenes, buscan.
Este
fue el gran desafío de san Juan Pablo II en la Vigilia de oración de la XV
Jornada Mundial de la Juventud (JMJ, el año 2000, en Roma Tor Vergata) cuando
dice a los jóvenes del mundo: “En realidad, es a Jesús a quien buscáis cuando
soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando no os satisface nada de lo
que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con
esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es Él
quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien os lee en
el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús
el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, la
voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejaros atrapar por la mediocridad,
la valentía de comprometeros con humildad y perseverancia para mejoraros a
vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna”.
V. “Siento en mí un
deseo y una necesidad de hacerme santo” (Domingo Savio)
Notas
salesianas sobre la santidad:
- En
las Constituciones de los SDB, FMA, en el PVA de los SS.CC, y muchos grupos de la Familia
Salesiana.
- Diferentes
llamadas en el Magisterio de la Congregación (SDB) a la santidad.
- Algunos
puntos sobre los cuales la espiritualidad salesiana puede decir mucho:
- La
santidad es florecimiento de lo humano. Donde está el santo, se ve al
hombre y a la mujer. (Cf. Don Rinaldi pide a las VDB que sean verdaderas
mujeres, con un toque femenino, etc.)
- Santidad
y comunidad: ser santos juntos.
- Santos-con:
santos para los jóvenes, pero sobre todo santos con los jóvenes. En cierto
modo, es bastante lógico que Domingo Savio sea el primer canonizado
después de Don Bosco, es decir, los frutos de la santidad de los
Salesianos son los jóvenes santos, y la santidad de los jóvenes es casi el
indicador retroactivo de la santidad de los miembros nuestra Familia
Salesiana.
- Santidad
y familias heridas; santidad y límites personales (Francesco Convertini,
Ignác Stuchlý, etc.); santidad de los límites biográficos, históricos,
sociales… No existe ninguna condición personal, biográfica, histórica que
sea impedimento para la santidad.
- La
santidad juvenil… jóvenes santos y juventud de los santos (Cf. n. 214 de
la Instrumentum Laboris del próximo Sínodo).
VI. La santidad vivida en el carisma salesiano
El
mensaje de la santidad en proceso de reconocimiento ayuda a releer e integrar
el carisma salesiano.
- Dimensión
misionera: misioneros en sentido estricto; misioneros “de vuelta” a su
país (Stuchlý); personas que habían sido propuestas para ser en
misioneros, pero que eligieron quedarse (Zeman) …
- Santidad
de los salesianos obispos
- Santidad
con una tonalidad mariana explícita (muchas bellas figuras de FMA, y
también T. Zeman, Stuchlý, Lustosa, etc.)
- Santidad
con un carisma fundacional…
- La
santidad de los salesianos coadjutores (Zatti, Srugi, Sandor, etc.)
- El
mensaje de los mártires en los años anteriores y posteriores al
bicentenario (Sandor, Zeman, padre Rodolfo y Bororo Simao, Comini …)
- Dimensión
oblativo-víctimal como encarnación del “caetera tolle”. Augusto
Czartoryski, Andrea Beltrami, Luigi Variara, Ana María Lozano, Laura
Vicuña, Alexandrina Maria da Costa, etc. Esta dimensión se expresa de
muchas maneras:
- Sufrimiento físico, inmovilidad forzada
- Separación o alejamiento de dinámicas comunitarias
- La incomprensión de los superiores (Variara, Zeman, Della Torre, etc.)
- La imposibilidad de poner en práctica sus propios proyectos por restricciones externas (Vicuña, Lozano…) o de salud (Zatti, etc.)
- El legado sufrido de las propias familias de origen (Laura Vicuña, Braga, Stuchlý que pierde a su padre dramáticamente, etc.)
- La participación explícita y la conformación a los sufrimientos de Cristo (Alexandrina, Vera Grita, etc.)ü Santidad salesiana y contemplación…
VII. ¿Qué quiere decir: “La santidad también para ti”?
Es
una cosa cercana, real, concreta, posible. De hecho, es la vocación
fundamental.
Ser
santos no es difícil, de hecho es fácil y Dios nos espera en el cielo después
de nuestro camino de santidad. “Lo dicho hasta ahora no implica un espíritu
apocado, tristón, agriado, melancólico, o un bajo perfil sin energía. El santo
es capaz de vivir con alegría y sentido del humor” (Gaudete et exsultate, 122).
El
camino de la santidad no puede eludir la dimensión de la cruz, pero también
está lleno de alegría: “aquí hacemos consistir la santidad en estar muy
alegres”.
La
santidad no nos aleja de nuestros propios deberes, intereses, afectos. Pero los
asume en la caridad. La santidad es la perfección de la caridad y, por tanto,
responde a la necesidad fundamental del hombre: ser amado y amar. Cuanto más
santo, más humano porque “no es que la vida tenga una misión, sino que es
misión” (Gaudete et exsultate, 27).
La
santidad no es un ‘plus’ facultativo ni un objetivo solo para algunos. Es la
vida plena, según el proyecto y el don de Dios. Por tanto, es un camino de
humanización. La verdadera vida espiritual es el florecimiento de lo humano.
“Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el
servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada
instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor. De este
modo, todos los momentos serán escalones en nuestro camino de
santificación”(Gaudete et exsultate, 31)
La
santidad es un deber (es decir, una vocación, una responsabilidad, un
compromiso), pero sobre todo un don. La santidad es la participación en la vida
de Dios, no una perfección entendida de una manera moral y que presume de
lograrla con las propias fuerzas, ni, por otro lado, un objetivo accesible
únicamente para los “mejores” en el sentido de los “más preparados”. Es,
ante todo, un acoger, recurriendo a los instrumentos de la Iglesia, incluida
una sólida vida sacramental y piedad.
Juntos,
es más fácil. Santidad y caminar juntos y experiencia de comunión. Esto es
hermoso y al mismo tiempo exigente.
VIII. ¿Algunos posibles indicadores de santidad? Algunos dinamismos para
ayudar a los jóvenes y a todos nosotros en este camino
El
fruto del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, benevolencia, bondad,
fidelidad, mansedumbre, dominio de sí. La santidad no es pelea, contención,
envidia, división, prisa. “La santidad no te hace menos humano, porque es el
encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia” (Gaudete et exsultate,
34).
Las
virtudes: no solo rechazar el mal y aferrarse al bien, sino apasionarse por el
bien, hacer bien el bien, todo el bien… “nos santificamos en el ejercicio
responsable y generoso de la propia misión” (Gaudete et exsultate, 26).
La
Comunión: la santidad se experimenta juntos y se consigue juntos. Los santos
siempre están juntos (incluso integrando el componente masculino y femenino).
Donde hay uno, siempre encontramos muchos otros. ü Por ejemplo: Don
Cafasso, Don Bosco, Madre Mazzarello, Rosmini, marqueses de Barolo, don
Guanella, don Rua, María Romero Meneses, Laura Vicuña, Ceferino Namuncurá,
jóvenes mártires de Poznań, Zatti, Czartoryski, Beltrami, Stuchlý, Zeman,
Braga… y muchos otros.ü La santidad del cotidiano hace florecer la
comunión y es un generador “relacional”.
La
creatividad y la inventiva del Espíritu. La santidad nunca es repetitiva: de
Don Bosco han florecido 31 grupos de la Familia Salesiana y otros en el proceso
de reconocimiento, y que, a veces, han sido capaces de expresar sensibilidades
muy diferentes entre ellos, aunque convergentes en la raíz. Imitar a los santos
no significa copiarlos.
La
comunión eclesial. Nadie es “de Pablo, de Cefas, de Bernabé”, sino que todos
“somos de Cristo y Cristo es de Dios”. Ser Familia Salesiana no significa
absolutizar el mensaje de Don Bosco, sino valorizarlo insertándolo en el
conjunto de la Iglesia. Algunas cosas no se pueden pedir a Don Bosco, porque
Dios las ha dado a la Iglesia a través de otros. Y, por tanto, se le pedirá a
otros santos no salesianos, y a otras tradiciones espirituales de la Iglesia.
Esto no significa ser menos Salesianos, sino creyentes enamorados de la Iglesia
en la variedad de sus carismas, y conscientes de formar parte de ella a partir
de la propia especificidad. El propio Don Bosco recurrió a esta pluralidad y
polifonía de santidad que le precedió: Ignacio de Loyola y Felipe Neri, por
ejemplo, no solo Francisco de Sales, etc. Esta transversalidad también está
presente en las figuras de nuestra santidad: Ignazio Stuchlý era cercano a los
jesuitas; Vandor inicialmente se orientó por los franciscanos. Vendrame vivió
en el campo de prisioneros una intensa experiencia de fraternidad con los
carmelitas y fue un gran devoto de Santa Teresita de Jesús.
La
fama de santidad y de signos, entendida como un eco persistente de la belleza
de una vida, de su fragancia evangélica, de la riqueza de su mensaje. Los
efectos son siempre desproporcionados a las causas aparentes. Por tanto, incluso
en la “santidad ordinaria de la puerta de al lado”, es importante valorar los
vínculos que son generadores de bien, de relaciones y amistades, de alegría.
IX. ¿Caminos de santidad hoy?
“No
debemos poner en la santidad más perfección de la que realmente tiene”
(Adrienne von Speyr). Es decir: heroicidad cristiana no es heroísmo, perfección
cristiana no es perfeccionismo del superhéroe.
abemos
que algunos son santos, pero nunca uno sea más santo que otro. Solo Dios conoce
los corazones. Hay una belleza en cada cosa. Hay muchos caminos para llegar al
cielo. No se debe pedir a una persona lo que no puede y no debe dar. Decirlo es
alentador, sanador. De lo contrario, muchos se convencerán de que no pueden ser
santos, porque nunca conseguirán serlo como algunos santos que les han
propuesto como modelos.
Por
tanto: incluso los “formatos pequeños” (Adrienne von Speyr) pueden, a su
manera, ser perfectos. ü Es decir: la santidad nunca es desalentadora. No
tengas miedo a la santidad. “En la casa de mi Padre hay muchas moradas” (Jn
14,2). El Paraíso es como un jardín: está la humilde violeta o el sublime lirio
y la rosa.
Cada
santo es una palabra de Dios encarnada. No hay dos santos iguales. Imitar a los
santos no es copiarlos. Cada uno necesita sus propios tiempos y tiene su
camino. ü ¿Qué palabra de Dios soy? ü ¿A qué me llama esto? ü
¿Qué palabra de Dios intuyo que “sea” el joven que tengo al lado? ¿Cómo
ayudarlo a comprenderla y a vivirla?
La
santidad también se mide por la categoría de fecundidad, pero no por el
eficientismo de rendimientos al que estamos acostumbrados hoy.
La
santidad es responsabilizante. Hay algo que solo TÚ puedes hacer. – “Sin mí no
podéis hacer nada” (Jn 15,5).
La
experiencia de una sana dependencia. El camino de la santidad es compromiso,
pero nunca autosuficiencia. Se vive juntos y genera comunión. ¡Santos sí, pero
santos juntos! Ante todo, los santos son la obra maestra de Dios.
Santidad
es dejar una señal y vivir la fecunda dependencia de las relaciones.
Ángel Fernández Artime, sdb
Rector Mayor